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Entre Thatcher y John Major

La humillante derrota sufrida por Gordon Brown en Glasgow Este le ha colocado en una situación política muy delicada. El primer ministro laborista está atrapado entre una caída permanente en las expectativas electorales del laborismo y el auge constante de los tories.

Para Brown se dibujan dos alternativas opuestas en el horizonte: convertirse en la Margaret Thatcher expulsada del poder por su propio partido o reeditar el milagroso triunfo de John Major en las generales de 1992, en las que las encuestas auguraban la victoria del laborista Neil Kinnock.

La derrota de Glasgow no puede extrapolarse a nivel nacional no sólo porque las elecciones parciales no siempre reflejan el ánimo del conjunto de los votantes, sino porque en Escocia los conservadores apenas tienen presencia. Pero ningún primer ministro ha logrado remontar unas expectativas tan negativas como las que tiene el laborismo tras 11 años en el poder.

El hecho de que la participación llegara al 42%, muy cerca del nivel de unas generales en Glasgow Este, fue quizá la peor noticia para el primer ministro porque revela que su derrota no se debió a la abstención de sus propios seguidores. Fue un voto de castigo en toda regla. Contra él por su bajo perfil como primer ministro y contra su Gobierno, incapaz de darle la vuelta a la crisis económica.

Los británicos están ansiosos por una crisis que ha venido acompañada de grandes subidas de precios de la gasolina y los alimentos. Dos materias primas muy sensibles para los ciudadanos con menos recursos. Y los votantes de Glasgow Este se cuentan entre los más desfavorecidos del país.

A favor de Brown juega el hecho de que los políticos británicos se van de vacaciones. El primer ministro tiene seis semanas para preparar la rentrée. De la temperatura política que se registre después del verano dependerá en gran manera su futuro. El momento más delicado para él será el tradicional congreso de otoño, una cita propicia tanto para los golpes palaciegos como para el cierre de filas cuando los partidos están en apuros.

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