Enrico Bressan, pintor
Creó gran parte de su original obra en Madrid, ciudad que amaba
Enrico Bressan se ha ido. Ha muerto en Treviso (Italia), su ciudad, arropado por el cariño de su familia. El destino ha sido tacaño con este amigo sonriente y joven, apenas 44 años, que tan generoso fue con los que le conocieron y con los que llegaron a él por su obra. Sus últimos años los vivió en Modica (Sicilia), adonde fue en busca del oxígeno que necesitaban sus pulmones enfermos.
Madrid, la ciudad en la que vivió tantos años, en la que creó gran parte de su legado y a la que tanto quiso, ya no le permitía respirar en paz. Desde allí, desde las colinas sicilianas y sus olivos, nos llegaron sus últimas palabras, sus últimos mensajes, sus últimas pinturas...
Siempre la sonrisa, el agradable acento, la mirada amable... Jamás se quejó. A todos hizo creer que el mal remitía. Pero Enrico permanece, en el recuerdo, en la belleza y sencillez de sus obras, en sus colores, en sus encuadres mínimos de objetos cotidianos que hicieron su obra tan original y reconocible...
Decenas de exposiciones, en Italia y España, colaboraciones en medios de comunicación -durante varios años fue ilustrador de El País Semanal-, además de sus trabajos como diseñador gráfico y publicitario nos recuerdan a un artista formado en el clasicismo en Treviso y Florencia que encontró la madurez en España con una obra moderna y única.
En sus serigrafías para la Fundación Juan March, en sus obras expuestas en galerías de Roma, México o Madrid, o en las paredes de las casas de sus muchos amigos, Enrico respira. Su última creación fue un aceite fresco, sabroso, que elaboró con ilusión en la dura tierra siciliana. Caro Enrico, ciao, hasta siempre.
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