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Reportaje:

Entre playa y monte hasta Santiago

La ruta del norte es cada vez más popular entre los peregrinos que cubren el Camino - La ven como alternativa con estupendos paisajes y menos agobios

"Muy bien, aquí se camina muy tranquilo". Es la respuesta de Mitsue a la pregunta de qué le parece el Camino del Norte, versión cantábrica del itinerario jacobeo, que lleva todos los años a miles de peregrinos hasta Santiago. Y no es de extrañar la respuesta de esta joven japonesa, siendo de una ciudad, Yokohama, que forma parte del área metropolitana más populosa del mundo. Pero no es sólo la tranquilidad, sino también los paisajes y las playas, lo que atrae a cada vez más caminantes hacia esta ruta alternativa.

Son las siete de la mañana y el grupo está listo para dejar el albergue de Portugalete rumbo a Castro Urdiales. El grupo está formado por María José, valenciana; Rita, zaragozana; Yang, surcoreano y Mitsue. Les esperan casi 28 kilómetros hasta la localidad cántabra, en los cuales cubrirán las etapas nueve y diez del trayecto. El viaje empezó el 9 de julio en Irún, y para todos menos para Mitsue terminará en Santander. En agosto tienen otros planes, "pero el año que viene volvemos para terminarlo", comentan. La joven nipona se unió al resto más tarde, en San Sebastián, y ella sí seguirá hasta Santiago a completar, por tercera vez, el peregrinaje.

"El peregrino del norte huye de las aglomeraciones y busca naturaleza"

Para ninguno de ellos es esta la primera vez. Todos han hecho ya el Camino Francés, la ruta más popular, que desde Roncesvalles atraviesa ciudades como Logroño, Burgos o Astorga, y buscan en el norte una "alternativa diferente". Algunos han elegido cambiar antes que otros. María José ha completado el recorrido doce veces, "siempre el camino francés y siempre en verano", comenta. Empezó con 16 años y se le nota el callo; a la hora de empezar ya lleva un kilómetro de ventaja al resto. "Aquí los paisajes son espectaculares, la verdad", asegura, "caminar entre el monte y la playa no tiene precio".

Rita está de acuerdo en la belleza natural de este trayecto, aunque también echa de menos "la cantidad de peregrinos con los que te encuentras en el otro. Allí hay más ambiente, pero también más dificultades para encontrar sitio en los albergues, por ejemplo". Aunque esta etapa no es especialmente montañera, es la excepción. "Sólo ahora, en Bilbao y Portugalete, las etapas son más urbanas, porque el resto es todo campo".

Tanto Mitsue como Yang están encantados con el relajado ritmo de este paseo por la costa. Yang es profesor de antropología japonesa en Daejeon, ciudad situada en el centro de Corea del Sur. El año pasado conoció a María José y Rita en el camino francés, y este año se apuntó a la nueva alternativa. En agosto les va a llevar a Japón para hacer el camino de santiago japonés, una ruta budista de peregrinación similar a la jacobea. Yang no tiene dudas sobre sus preferencias. Elige, seguro, el norte. "En el otro tienes que levantarte a las cinco de la mañana y correr para conseguir sitio en los albergues" asegura.

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El paisaje, la tranquilidad, las playas, y también la gente. "Todo el mundo es muy amable por aquí", comenta Rita. "En los albergues nos hemos encontrado hospitalarios majísimos. En Zarautz nos trataron genial, aunque tuvimos mala suerte y empezamos la etapa bajo la lluvia. Acabamos de barro hasta las rodillas", confiesa.

El recorrido atraviesa, desde la frontera francesa, toda la cornisa cantábrica. Después de salir de Irún se hace la primera parada en San Sebastián, para pasar por Zarautz y Deba antes de llegar a Gernika. Aunque aquí, según María José, "lo malo es que no hay albergue, así que tuvimos que pagar uno". Jose Javier, de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Vizcaya, comenta que "poco a poco vamos a ir asegurando las infraestructuras de esta ruta", que hace diez años no era casi utilizada y desde 2004 está en continuo crecimiento. "El peregrino del norte huye de las aglomeraciones y está buscando un mayor contacto con la naturaleza", afirma.

El grupo hace una pequeña parada para almorzar en Pobeña (Muskiz), antes de continuar hacia Castro, donde todos aseguran que pasarán la tarde en la playa. Se revisan botas, se recuperan fuerzas y se ingieren los bocatas pertinentes. Otros peregrinos pasan y saludan, los lugareños desean "buen camino" y, poco después, el grupo vuelve, con estupendo ánimo, a ponerse en marcha. Santiago no parece estar tan lejos.

Un poco de Historia

La ruta del Norte se remonta al siglo IX, nada más descubrirse la tumba del Apóstol Santiago. Ya por aquel entonces el itinerario era muy utilizado por los reyes de la época, y desde el siglo X las crónicas de los monasterios de la zona recogen noticias del paso de peregrinos. Pero al avanzar la Reconquista, y al ganarse territorios en el sur, el camino fue perdiendo popularidad. Fue la orden de Cluny quien, con sus asentamientos, vertebró el llamado Camino Francés, cuya orografía era menos accidentada. El camino de la costa fue decayendo, hasta los últimos años, en los que experimenta un nuevo auge.

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