El último salivazo del punk
Los Sex Pistols actúan por primera vez en España: tan patéticos como divertidos

Cercados por chalets de una de las zonas más nobles de Madrid (Boadilla del Monte), en un escenario patrocinado por una potente empresa de telefonía, con apenas tres crestas entre el público, sin imperdibles. A las 23.20 horas se produjo el hecho histórico: los Sex Pistols, inventores de ese salivazo al que bautizaron como punk, salían al escenario por primera vez en España. "Qué poco punk, eso de ser puntual", dijo un aficionado. "Viva España", bramó en castellano Johnny Rotten, de 52 años. Enjoy or death (disfruta o muere), eructó a continuación.
Rotten expulsaba un misil mucoso al término de cada canción
Han llegado tarde los Pistols a nuestro país. Tanto, que se han convertido en lo que más odiaban, han pateado el manifiesto del punk del 76 que ellos ayudaron a redactar y se han dejado engullir por el sistema. Sólo en dos aspectos los Sex Pistols 2008 recuerdan a los Sex Pistols 1976: permanecen los cuatro tarados que fundaron la banda, y Johnny Rotten sigue siendo el blanco (algún rapero negro puede competir con él) con la boca más sucia de la música.
Llevaba pocos segundos sobre el escenario principal del festival Summercase, 15.000 personas pendiente de él, cuando ladró su primer "fuck". Desde entonces, una clase magistral de cómo uno no debe dirigirse ni a su jefe (a no ser que quiera que le despidan procedentemente al instante) ni a sus hijos. En la vestimenta, ni rastro de imperdibles, chupas de cuero y demás cacharrería punk. A cambio, Rotten se colgó una anchísima camisa-saco a rayas que le llegaba a las rodillas y unos pantalones anchos a cuadros azules y rojos.El bajista, Glenn Marlock (fundador que luego fue sustituido por el desaparecido Sid Vicious), parecía recién salido de un yate atracado en Marbella. El guitarra, Steve Jones, tan redondo como un enorme balón. El batería, Paul Cook, mostrando la bandera inglesa.
Todo tiene conotaciones de farsa con los actuales Pistols. Por esas cosas de la vida se han convertido en lo que más destestaban, en cincuentones adinerados y caprichosos ("no veas los problemas que nos están poniendo", informaba alguien de la organización), mal vestidos, rellenos de michelines y actuando para multitudes.
Ver a Rotten deambular por el escenario de Summercase puede ser algo muy similar a llegar a tu casa y encontrarte a tu madre borracha entonando tonadillas supuestamente revolucionarias. Tan patético como divertido, tan absurdo como simpático. Jugaba con la botella de bourbon, hacía gárgaras y lo escupía en el escenario. Pura impostura: el punk ya no emborracha. Cuando terminaba de berrear una canción siempre procedía al mismo ritual: taparse un orificio de nariz y expulsar por el otro un misil mucoso. Muy delicado.
Ahí sonaron God save the queen, Pretty vacant o Liar, de su único disco, publicado allá por 1977. Cuando llegó el himno punk Anarchy in the UK fue de risa escucharle berrear aquello de "quiero destruirlo todo, quiero ser un anarquista" mientras les esperaban las limusinas en la zona de backstage.
La verdad es que fue todo muy punk. También actuaron en la primera jornada de Summercase The Kooks (blandos pero condenadamente buenos), Mogwai (marmolíticos), The Breeders (aburridísimos) o Kings of Leon (pesados), pero todos eclipsados por el disparate punk de los Pistols.
Un chaval, en la primera fila saltaba, mientras cantaba "no future for you") y mostraba una camiseta de un Pete Doherty desencajado, quizá el Johnny Rotten del 2008, que, curiosamente, actuaba a esas horas actuaba en el FIB.

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