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Las últimas lluvias dejan los embalses al 70%, el nivel más alto desde 2006

Julio presenta uno de los mejores registros de precipitaciones en 38 años

De la escasez al récord en tres meses: del campanario de Sau, baliza que señala el estado de las reservas de agua de la Cataluña interior, apenas sobresale la parte más alta. Las lluvias del pasado fin de semana han supuesto el colofón de la escalada contra la sequía: las reservas del sistema Ter-Llobregat, que abastece a los 5,4 millones de habitantes del área barcelonesa, alcanzaron ayer el 69,7% de su capacidad.

Es la mayor cantidad de agua embalsada desde 2006 y uno de los 10 mejores registros del mes de julio de los últimos 38 años.

Hay suficiente agua para garantizar el consumo hasta el otoño de 2009

Un trimestre atrás, las reservas hídricas estaban en torno al 25%, unos 20 puntos por debajo de las correspondientes a 2007. Ayer se situaron exactamente 20 puntos por encima de la cantidad registrada el 15 de julio de 2007 (49,7%). El incremento, a todas luces imprevisto, ha provocado la paradoja de que estos niveles máximos coexistan con la sequía que, sobre el papel, aún mantiene vigente la Generalitat.

La situación de excepcionalidad, según documentos internos de la Agencia Catalana del Agua (ACA), se mantendrá hasta finales de año para evaluar la situación en diciembre, cuando ya quedarán muy atrás los diluvios del pasado mayo. Tal prevención queda justificada por los registros históricos: en el verano de 2006, el agua embalsada en el sistema Ter-Llobregat superaba el 72%. Este volumen, ligeramente superior al actual, dio paso a la peor sequía de los últimos 70 años. Las precipitaciones, que según los sistemas meteorológicos internacionales se auguran escasas, decidirán en gran medida si se repite el proceso en el futuro.

Los meteorólogos coinciden en interpretar las lluvias del fin de semana como la última oportunidad de recarga antes de encarar un periodo complejo y tradicionalmente seco: desde el verano, etapa de intenso consumo hídrico debido al turismo y el uso de las segundas residencias, hasta la puesta en marcha de la desalinizadora de El Prat, prevista para junio de 2009. Se prevén 10 meses no especialmente lluviosos en los que se consumirá gran parte del superávit que guardan los embalses.

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El agua que almacena Cataluña alcanza, de cualquier forma, para dar tiempo a que opere la desalinizadora de El Prat. Las reservas actuales aseguran el consumo de agua durante 14 meses: no habrá riesgo de falta de suministro hasta el otoño de 2009, pero tampoco puede descartarse que se llegue a esa fecha con los embalses por los suelos. "Hasta entonces habrá que estar pendientes del cielo", señala la ACA.

El desgaste veraniego ya se ha dejado notar los primeros días de julio, en los que empezaron a menguar algunas décimas de las reservas, pese a que los embalses del Ter y el Llobregat siguieron recibiendo agua del deshielo y los coletazos de las anteriores precipitaciones.

Con todo, ligar la extinción de la sequía al arranque de esta desalinizadora no deja de ser una falacia. "No es la solución definitiva. Si entre septiembre y abril se mantiene la dinámica de lluvias del curso pasado, la sequía persistirá", advierte la ACA. El cálculo queda al alcance de cualquiera: de los 365 hectómetros que se destinan al año al consumo humano en el área barcelonesa, la planta de El Prat aportará 60. La dependencia de las lluvias se mantendrá hasta que funcionen las cuatro desalinizadoras, lo que no sucederá hasta 2011, según las previsiones más optimistas.

Medidas antisequía pendientes

La lluvia cogió a contrapié las principales medidas diseñadas para contener la sequía. Algunas fueron aplicadas deprisa y corriendo, y aún están pendientes de liquidación. La más visible es la flota de seis barcos que la Generalitat fletó en abril por un montante cercano a 60 millones de euros. Los buques llegaron al puerto barcelonés el 12 de mayo y dejaron de hacerlo el 6 de junio por "innecesarios", según juzgó el consejero de Medio Ambiente, Francesc Baltasar. La Generalitat persigue desde entonces rescindir el contrato, que estipulaba una duración de tres meses, y espera lograrlo en los próximos días, afirmó ayer un portavoz de Medio Ambiente.

Otras medidas, como la de reutilizar el agua procedente de la depuradora de El Prat enviándola río Llobregat arriba, quedaron pospuestas por "falta de urgencia". El caudal del río baja ahora demasiado cargado para añadirle agua, según la Agencia Catalana del Agua (ACA). La operación debía entrar en vigor este mes de julio, pero lo hará cuando concluyan las obras, lo que se prevé para finales de agosto. Sin embargo, tal medida no figuraba en los documentos internos que la ACA remitía a la Generalitat cuando el Llobregat bajaba seco. No hay explicación sobre el porqué de su ausencia en estos informes; ni sobre su reaparición en los posteriores comunicados de prensa.

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