De la hierba... a la arena
Tras conquistar Wimbledon, Rafa Nadal descansa en Manacor junto a su novia, Xisca
Rafa Nadal ha dejado la gloria que ganó sobre el césped húmedo de Wimbledon y ha buscado la rutina, y cierto anonimato, entre amigos y familiares en la cálida arena de las playas de Mallorca.
El tenista que tiende al heroísmo, que tuvo en vilo a todo un país en domingo, olvidó la tensión y descansa junto al mar de Manacor, en Porto Cristo, en los escenarios de su infancia, allí donde vive, unido, su clan familiar.
El programa de Rafa es tradicional: baños de mar, comidas en casa, paseo en barca, alguna salida a pescar en volantín, juegos de playa con la pandilla y cortejo confirmado con su novia, Xisca, a la que conoce de toda la vida ya que es amiga de su hermana
Nadal marcó distancias y abrió un paréntesis hasta ayer en que regresó a los entrenamientos. Anuló comparecencias en Palma, vinculadas a sus contratos publicitarios, por el deseo de evitar agobios. Se refugió allí donde aún es Rafelet y no le persiguen para tocarle, retratarle y firmar autógrafos.
En su entorno no se escondió. Tomó baños en la cala urbana de Porto Cristo y jugó un torneo de fútbol playa entre turistas y demostró que pudo ser un excelente futbolista, más técnico que su tío Miguel Angel Nadal, ex del Barça y del Mallorca.
Pero hasta los rincones de la costa llegaron cámaras de televisión y varios paparazzis motorizados le siguieron en sus rutas en coche. Unos cazadores de exclusivas otearon desde los acantilados y otros se hicieron navegantes para acercarse a la barca nada ostentosa de los Nadal, cinco familias que hacen vida común alrededor del jefe, el abuelo, el otro Rafael Nadal. Los réditos millonarios que da el tenis y los patrocinios son invertidos en nuevos bienes inmuebles en Porto Cristo y en el desarrollo de empresas de gimnasios y cristalerías. También tiene tiempo el campeón de labores solidarias y para ello acaba de crear una Fundación que ayudará a proyectos relacionados con la infancia y la juventud.
Nadal cotiza en las revistas. Estrenó el veraneo con fotografías en la que aparece con su joven pareja Xisca, relajado en la cubierta de la lancha.
El número dos del tenis mundial tiene una voluntad y una paciencia de hierro según ha demostrado. Procura no alterarse, es protagonista a su pesar. Así, levanta una ceja, incrédulo, cuando le preguntan qué le parece que bauticen un punto del firmamento con su nombre. Rafa pretende ser un hombre corriente, humilde, según educación transferida por su entrenador-tutor Toni Nadal. Es un joven de 22 años capaz de llorar y sonrojarse como cualquiera y de pasar una semana en la playa con su pandilla de toda la vida.
Rafa Nadal sí es el primero del ranking entre los tenistas más populares
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.