Gloria al capotillo de San Fermín
Los encierros de este año se han caracterizado por la rapidez y la limpieza
Rápidos, limpios y con menos corneados que en los últimos cuatro años (ocho en 2005, cinco en 2006, 11 en 2007 y cuatro este año). Así serán recordados los encierros de Pamplona en 2008.
El de ayer se ajustó a la crónica de estos días, marcada por el ritmo frenético que los mansos han impuesto desde la salida del corral. Los Núñez del Cuvillo llegaron a la plaza en dos minutos y 37 segundos. Para Reta, conocido pamplonés de 41 años y más de 16 de oficio como pastor de los sanfermines, existen tres razones para explicar tanta velocidad y aseo en las carreras. ?En primer lugar, llevamos unos cabestros jóvenes en cabeza, de cinco o seis años, que han funcionado; además, los toros estaban muy entrenados en el campo y han aguantado el ritmo; por último, el antideslizante que echan en la curva de Mercaderes con Estafeta desde el año pasado ha permitido a la manada seguir casi siempre en fila india. Antes era costumbre que se rompiera en esa esquina?.
Todos los encierros de los Sanfermines |
Regla de oro: ?si caes al suelo, no te levantes?. El último día todavía alguno no se daba por enterado. Como ese joven de origen danés que recuperaba la postura bípeda en el centro de la curva del Ayuntamiento tras resbalar delante de la manada al mejor estilo chaplinesco. El cabestro en cabeza no estaba para cortesías y decidió tumbarle por KO, abriendo paso al ferrocarril de Núñez del Cuvillo. El convoy llevaba prisa y no se paró a rematar al muchacho, quien pareció comprender la regla de oro tras el envite y permaneció acurrucado, como algún día en el vientre de su madre.
Todo quedó en un susto. Los servicios de urgencia han atendido durante estas fiestas a 811 personas, 46 de ellas (todos varones) heridas en los encierros.
Esto se acaba. Mozos y mozas, valientes todos, brindad porque seguís vivos. Guiris del mundo, llorad por los compatriotas que otros años la palmaron en estas calles. Y por los que seguirán haciéndolo mientras os dejen correr delante de los toros. Adiós a los nervios mañaneros, al bocata de txistorra con kalimotxo y a los vasitos de Jack Daniel?s con la gente del café La Coloniale. Pamplona era una fiesta, sí. ¿Pobre de mí? Pobres de todos nosotros.
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