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El Santander desafía la crisis con la compra de un banco hipotecario inglés

Adquiere Alliance & Leicester por 1.574 millones e inyectará 1.250 millones más

Íñigo de Barrón

"¿En crisis? ¿Quién está en crisis? Desde luego, el grupo Santander no". Esta fue la frase más tajante de Emilio Botín, presidente del Santander, en un encuentro con periodistas antes de la junta de accionistas celebrada a finales de junio. Tres semanas después lo ha demostrado. No le han echado para atrás ni las turbulencias del mercado internacional, ni los problemas de financiación, ni la crisis económica, ni la difícil situación de las hipotecas en el Reino Unido.

Botín, que ya cuenta con Abbey, el quinto banco británico, está convencido que puede echar a andar a una entidad paralizada como Alliance & Leicester (y cuya cotización estaba en caída libre tras perder el 73% en doce meses), víctima de la falta de liquidez. Las claves de la operación son que el Santander compra barato y que puede reducir gastos al fusionarlo con Abbey. De hecho, el Santander se ha comprometido a reducir costes por valor de 180 millones de libras (225 millones de euros) en tres años.

El director financiero del Santander, José Antonio Álvarez, anunció ayer la oferta amistosa de adquisición del banco hipotecario Alliance & Leicester (A&L), que está entre los diez mayores, a través de un canje de acciones. El banco español entregará una acción nueva por cada tres del banco británico, lo que supone valorar la operación en 1.259 millones de libras (1.575 millones de euros), según el cierre de la cotización del viernes pasado. El Santander ampliará capital en un 2%. Según la entidad, la ampliación no perjudicará a los accionistas actuales porque el banco comprado aportará beneficios al grupo. El Santander ofrece una prima del 36% sobre el cierre del viernes y del 9,3% sobre el valor medio del último mes.

Más capital

Además, la entidad española inyectará capital en Alliance & Leicester (A&L) por 1.000 millones de libras esterlinas (unos 1.254 millones de euros) para mejorar sus ratios y que sean comparables con los del Santander. Así, dedicará 400 millones de libras (unos 500 millones de euros) a engordar las provisiones por si hay que afrontar pérdidas. Otros 300 millones de libras esterlinas (376 millones de euros) se gastarán en reestructurar los costes del banco y otros 250 millones (314 millones de euros) en mejorar el ratio de capital.

La capitalización bursátil de Alliance es un 0,74% sobre el valor en libros. Por eso, con la prima pagada, el Santander lo compra a su valor contable, lo que hace que casi no le consuma capital, sólo 0,19 puntos, un tema clave en estos tiempos. El banco resultante tendría 959 oficinas y 23.300 empleados, una cifra que "tendrá ajustes, como en todas las compras". El Santander ha demostrado su capacidad para adelgazar plantillas ya que cuando compró Abbey, en 2004, prescindió de 6.400 trabajadores, el 26,6% de la plantilla. UGT pidió ayer al banco que lleve a cabo esos ajustes por la "vía no traumática", evitando despidos e incentivando bajas voluntarias y prejubilaciones. Alliance, una entidad con un tamaño un poco más pequeño que Banesto, estaba desangrándose por la falta de liquidez. Tiene 55.000 millones de libras en créditos y 30.000 millones en depósitos. Pese a que tenía aceptables ratios de capital (cerca del 6%) y una morosidad del 0,60% (frente al 1,40% de media del sector), no conseguía liquidez. Podía convertirse en otro Northern Rock. Álvarez dijo que "no han salvado al banco de la quiebra porque la previsión de los analistas es que gane 230 millones de libras este año", pero sí ha reconocido que estaba paralizado. Para evitar tener que inyectar liquidez al Alliance, el Santander quiere vender activos por valor de entre 25.000 y 37.640 millones de euros en dos o tres años. Éste es uno de los riesgos de la operación de compra, porque los mercados están a la baja, pero Álvarez dijo que podrán hacerlo solamente con no renovar los créditos actuales.

Juan M. Cendoya (izquierda) y José Antonio Álvarez, directores generales del Santander.
Juan M. Cendoya (izquierda) y José Antonio Álvarez, directores generales del Santander.SAMUEL SÁNCHEZ

El que espera gana

El tiempo jugaba a favor del Santander. Emilio Botín lo sabía cuando en diciembre pasado se reunió con la cúpula de Alliance&Leicester para estudiar sin éxito su compra. Como ha reconocido en público, "en los momentos de crisis, estar mejor que los demás es una gran ventaja". Botín esperó seis meses y su objetivo se depreció un 57% en Bolsa frente al 21% de caída del Santander.

Los mercados de liquidez se cerraron para Alliance, pero no tanto para el Santander, que espera ganar 10.000 millones este año. Ayer, Alliance subió un 53% en el parqué, hasta 335 peniques frente a los 317 de la oferta. El Santander cerró sin cambios.

Standard Life Investments, un gran accionista de Alliance con un 2,4% del capital, dijo que espera una contraoferta porque el precio "es un auténtico regalo". El primer ministro británico, Gordon Brown, apoyó la operación del Santander.

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Sobre la firma

Íñigo de Barrón
Es corresponsal financiero de EL PAÍS y lleva casi dos décadas cubriendo la evolución del sistema bancario y las crisis que lo han transformado. Es autor de El hundimiento de la banca y en su cuenta de Twitter afirma que "saber de economía hace más fuertes a los ciudadanos". Antes trabajó en Expansión, Actualidad Económica, Europa Press y Deia.

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