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Reportaje:TOUR 2008 | Primera etapa

No tomará el 'amarillo' en vano

Los ciclistas de Echávarri y Unzue que vistieron el 'maillot' de campeón terminaron ganando la ronda

Carlos Arribas

En Pamplona, José Miguel Echávarri, que se ha retirado del ciclismo este invierno, no vio la etapa. Se enteró por teléfono de que había ganado y se había llevado el bonus del maillot amarillo otro corredor del equipo que él creó hace 30 años e inmediatamente lo introdujo en el contexto adecuado, el de su relación amor-amor con el Tour, la carrera a la que envió a sus chavales, entonces llamados Reynolds, por primera vez hace 25 años, en 1983. "Al Tour le hemos dado mucho, le hemos entregado parte de nuestra vida, pero siempre nos ha devuelto con creces lo que le hemos dado", dice Echávarri, de 60 años. A Echávarri, al equipo que montó con Eusebio Unzue y que luego se llamó Banesto, más tarde Illes Balears y ahora Caisse d'Épargne, el Tour le había dado hasta ahora siete victorias finales por intermedio de tres corredores -Perico Delgado, una; Miguel Indurain, cinco, y Óscar Pereiro, una- y un savoir faire único que ha dado en llamarse escuela navarra, caracterizada, sobre todo, por la prudencia y la seguridad. Y como nunca han tomado el amarillo en vano, siempre que uno de sus corredores alcanzaba el maillot de líder terminaba ganando la carrera finalmente. "Pero eso es estadística, no quiere decir nada", se protege Echávarri. "De todas maneras, ahora le toca gestionar a Valverde a Eusebio, que sea él el que lo explique".

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Poderoso Valverde

Unzue sí que vio la etapa, por supuesto. La vio en directo y el final por el mínimo monitor de su coche. "Y cómo he disfrutado" dice el director del Caisse d'Épargne, quien para prolongar el placer viajó al hotel en el autobús con los corredores. "Y lo otro, en efecto, es pura estadística, pero para mantener el porcentaje, evidentemente, no nos vamos a empeñar en mantenerlo a toda costa. Pero, claro, tampoco vamos a regalarlo". Unzue vivió una situación similar en 1992 y 1993, dos Tour en los que Indurain se vistió de amarillo después de ganar el prólogo: apenas le duró la prenda 24 horas sobre las espaldas. Cuando la recuperó, la recuperó de verdad, hasta el final. Pero Valverde es diferente, y el Tour 2008 ofrece unas oportunidades tácticas diferentes a los de la época del navarro, los de más de 100 kilómetros contrarreloj. Por ejemplo, el martes, habrá una contrarreloj de 29 kilómetros, y el jueves, la primera llegada en alto, en un segunda, dos elementos muy buenos para Valverde, tanto, que le costará dejar el amarillo. Este escenario ya lo previó Unzue hace un mes, cuando ganó, en cuesta, la primera etapa de la Dauphiné, repitió en la contrarreloj y aguantó en la montaña.

"El problema, si es que eso es un problema", dice Unzue, "es que es tan bueno que todo lo que corre lo gana no es cuestión de que esté demasiado en forma demasiado pronto, ni de que lo va a pagar la última semana, ni de que se ha exhibido demasiado y sus rivales lo van a aprovechar. La cuestión es que tiene un estilo tan espectacular, tiene un cambio de ritmo en cuesta tan brutal cuando mide bien su distancia, que saca de rueda a todo el mundo. Y así, con la fuerza de los resultados, se ha ganado el respeto de la gente".

Mientras tanto, Unzue, y su gente del equipo, sus segundos, José Luis Jaimerena e Ivon Ledanois, disfrutan de nuevo de la sensación de sentirse grandes, del autobús rodeado de periodistas expectantes, de los patrones de la Caisse felices en el hotel. Los tiempos de Indurain, casi, revividos. Pero con un líder muy diferente. Valverde, exuberante en las arrancadas, espectacular, derrochador de energías simplemente por placeres el reverso de Indurain, seguro, sobrio, el rey de la eficiencia, de la economía del pedal. "Pero Alejandro está cambiando", dice Unzue. "Está más maduro y más seguro de sí mismo. Queda sin embargo un interrogante. Y sólo espero que lo resuelva, que los años le concedan lo que la edad da, madurez y serenidad para no hacer gastos inútiles. Porque hasta ahora siempre ha sido demasiado generoso en el esfuerzo".

Valverde celebra su triunfo en la primera etapa.
Valverde celebra su triunfo en la primera etapa.AFP

TURNO PARA VALIENTES

La accidentada orografía de la Bretaña ofrece una etapa abierta con cuatro puertos en la que, con toda seguridad, se formarán varias escapadas. Tampoco se descarta que finalmente se produzca una llegada masiva porque en los últimos kilómetros el recorrido se suaviza. Se prevé un ritmo elevado y mucho movimiento en el pelotón ya que la etapa es relativamente corta (164,5 kilómetros) y los ciclistas están con las fuerzas intactas.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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