El "museo" de Guantánamo
Alicia Framis presenta una instalación sobre la prisión
Una voz recita como un mantra el nombre de los 273 prisioneros de Guantánamo, la vergonzosa prisión en la que los estadounidenses tienen encerrados sin juicio previo a presuntos terroristas islámicos. Mientras se oyen los nombres que dan consistencia real a estos olvidados de la justicia, las luces se encienden y apagan iluminando de forma tenue los cascos de moto negros con la parte superior cortada -metáfora de la fragilidad de los prisioneros- que Alicia Framis ha situado sobre una gran plataforma. La instalación está situada en la planta baja del Centro de Arte Santa Mónica (CASM), el espacio en el que ayer se inauguró lo que es la segunda etapa de un proyecto en proceso en el que trabaja ahora la artista catalana afincada en Shanghai. El proyecto, en el que colabora con otros creadores y también estudiantes de varias escuelas, se plantea cómo reconvertir Guantánamo en un museo del horror una vez que la cárcel sea clausurada.
La exposición estará abierta hasta el 28 de septiembre. Un poco más, hasta el 12 de octubre, durará la exhibición de Ahmet Ögüt, que presenta en el primer piso del CASM varias piezas entre las que destaca la reconversión de un Seat 131 en una limusina, símbolo curioso de los sueños de grandeza de la clase trabajadora.
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