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Cuando Gainsbourg hizo 'bang bang'

En su show televisivo de fin de año de 1967, Brigitte Bardot se presentó ante los franceses formando pareja con Serge Gainsbourg. Una nueva versión de La Bella y la Bestia en atrezo yeyé. Gainsbourg cincela para las dos iniciales más famosas de la historia una corona engastada de perlas y títulos como Bonnie and Clyde, Harley Davidson o Je t'aime moi non plus. Vestida de heroína de cómic, BB-Galatea expele la lista de onomatopeyas de historieta en compañía de su Pigmalión-Gainsbourg. La canción lleva por título Comic Strip y proyecta las habilidades literarias del compositor a la hora de manufacturar el espíritu pop de su tiempo. Gainsbourg, como anunciara Boris Vian, es el nuevo Cole Porter de las orillas del Sena. Autor de historias sulfurosas y fabulador infatigable de personajes fantasmagóricos, deja en el camino una antología de protagonistas solitarios, autorretratos de trazos caricaturescos y provocadores, historias de amor del todo incorrectas que recorren vertiginosamente la segunda mitad de la historia de la canción francesa. Insaciable constructor de imágenes, hallará en el cómic otra de sus fuentes de alimentación a manera de vasos comunicantes entre la canción y el cine, la literatura y su propia vida.

En 1983 y en compañía del dibujante Jacques Armand, traslada a las planchas el guión de Black out, un proyecto cinematográfico frustrado que tiene como vehículo a un guionista angustiado y heroínas de papel con los rostros de Jane Birkin, su cara B que le acababa de abandonar, e Isabelle Adjani, que había entrado a formar parte de su harén melódico. En 1971 aparece el álbum Historie de Melody Nelson, un proyecto ambicioso, con formato de concept-disc, que es mal recibido por el público y que con el tiempo acabará con tratamiento de obra de culto. Esta historia, que metamorfosea a Jane Birkin en una andrógina Lolita llevando de cabeza al Humbert Humbert de turno, le servirá de argumento para su segunda incursión en el universo de la historieta. Con el dibujante Luce proyecta una obra donde vuelven a fluir los fantasmas eróticos tan queridos por el autor de Les sucettes y Lemon Incest en el descenso a los infiernos de un hombre enamorado. La tinta china o la acuarela recoge la pasarela de personajes femeninos del creador.

Desde su muerte en 1991, la figura de Gainsbourg no ha dejado de segregar bibliografía e intenciones de descifrar y resumir la estrella más intensa del espectáculo francés. Un culto que encontrará en las nuevas generaciones a sus mejores fieles como mito transgresor y heterodoxo. No es extraño que el dibujante Christophe Arleston, autor de la saga Lanfeust de Troy, y con el apoyo de la editorial Editions du Soleil, pusiera en marcha el proyecto más ambicioso por lo que respecta a su obra y el cómic. Tres sucesivos volúmenes temáticos, el Gainsbourg de la serie negra, el Gainsbourg de los álbumes-concepto, Melody y L'Homme à tête de chou, y, finalmente, el autor de los textos amorosos e hirientes en voz propia o ajena. Tres álbumes en los que ha participado el vademécum de los dibujantes franceses y que ilustra, desde miradores y lecturas muy diversas, una buena parte de la obra gainsbouriana. Como hiciera Guy Peellaert -con el apoyo literario de Nick Cohn- en el mítico Rock Dreams, la colección acaba levantando una gran película de papel, fortalecida por las palabras y las canciones, ya de por sí con una gran carga icónica, de un artista, intenso y plural, que supo mejor que nadie dibujar casi todas las pasiones de la vida. -

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