El paraíso del cinéfilo fetichista
La Vital muestra en Vitoria la mejor colección privada de Marilyn Monroe - La exposición 'De película' reúne prendas y objetos de las grandes estrellas
El paraíso del cinéfilo fetichista, del mitómano que considera que el celuloide sólo merece consideración si la película ha surgido de las productoras de Hollywood, de quien añora las grandes estrellas y, sobre todas ellas, a Marilyn Monroe. Ese paraíso se encuentra en la exposición De película, producida por la Caja Vital, la muestra más exhaustiva de la colección de Maite Mínguez Ricart, que recoge 430 piezas, el 70% relacionadas con la actriza que fue bautizada como Norma Jean en junio de 1926. El resto ofrece una visita al glamour de la factoría de Los Ángeles: desde la chaqueta de Gloria Swanson en El crepúsculo de los dioses al hacha que blandía Mel Gibson en Braveheart.
La muestra es una selección de la colección de Maite Mínguez
Una tercera parte de las piezas corresponde a otras estrellas
La colección de Maite Minguez ya había pasado por Euskadi, pero nunca hasta ahora se ha mostrado con la exhaustividad y el mimo con los que se exhibe en la sala de la Fundación Vital (Postas, 13-15) la que está considerada la mejor colección del mundo dedicada a Marilyn. En principio, se presenta como un homenaje a la actriz y su persona, aunque, una vez terminado el recorrido, domina la pasión por la capacidad seductora de las películas, que convierten al espectador en voyeur.
El placer del mirón queda resuelto, desde el primer momento, con la fila interminable de vestidos que cubrieron el cuerpo del principal icono sexual del siglo pasado. La personalidad de Norma Jeane queda en este apartado de la muestra en un claro segundo plano. Es el turno de la sex simbol, de aquella rubia que llevó el vestido vaporoso de La tentación vive arriba, el maillot de Los caballeros las prefieren rubias o los pendientes de diamantes que lució en una de las decenas de portadas que le dedicó la revista Life. No falta un pelo, con su correspondiente certificación, de aquella melena rubio platino.
La vida privada, aunque pública, de su matrimonio con Arthur Miller aparece representada por el cáliz, los vasos y los guantes utilizados en la boda con el dramaturgo. La colección de Minguez Ricart también atesora fotografías familiares (exhibidas junto a una copia de la famosa serigrafía de Andy Warhol), medicinas, gafas de sol o sombreros. Y, ya en la intimidad, el visitante disfrutará con unas delicadas bragas de seda, un conjunto de encaje o las últimas agendas telefónicas de la Monroe. Se incluye la invitación personal que John Fitzgerald Kennedy remitió a la actriz en 1962, con motivo de su cumpleaños. Aquella fiesta en la que le cantó a Kennedy un conmovedor Happy Birthday, semanas antes de que la encontraran muerta en su casa, con 36 años.
Después de una inmersión profunda en la vida del mito del celuloide por excelencia, la muestra requiere un final en descomprensión. Poco a poco, el mitómano regresa al siglo XXI, abandona los años dorados de Marlene Dietrich (espectacular el traje que llevaba en Fatalidad) o los de John Wayne y su sombrero Stetson que empleó en tantos western.
Se llega a las últimas producciones, con el inquietante picahielos asesino de Sharon Stone en Instinto básico o las metralletas de pega que se utilizaron en Los intocables de Elliot Ness. La ridícula máscara que llevaba Jim Carrey en la producción homónima impone el regreso a la cruda realidad. El glamour es cosa del pasado y lo cierto es que Marilyn falleció hace 36 años.
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