Espectáculo sin fin
En el kilómetro 35 de la Nacional III desde Madrid, a la altura de Arganda del Rey, no ha faltado de nada. El festival Rock in Rio no sólo convocó el pasado fin de semana a algunos de los músicos y grupos más conocidos, sino también una parafernalia de atracciones que exhibió el lado consumista de la cita. Por no faltar, no faltó ni el calor, que convirtió la Ciudad del Rock -un inmenso espacio sin un árbol- en un cocedero para poner a prueba a los aficionados. Decenas de miles de personas, jóvenes y no tan jóvenes, acudieron al festival, no se sabe si para dar curso a su indomable pasión por el rock o para hacer tiempo hasta el domingo, cuando la selección de España disputaba a la de Alemania la final de la Eurocopa. Pero lo cierto es que, ya sea por razones musicales o deportivas, Madrid comenzó la fiesta el viernes y no la terminó hasta la jornada del lunes, al menos de momento.
Alguien debería realizar un estudio para saber cuántos aficionados al rock hicieron doblete el domingo, animados por el fútbol. La cifra permitiría establecer por un procedimiento próximo al científico algo así como un coeficiente de resistencia de la capital de España a las celebraciones. Un coeficiente para el que no existe festival ni campeonato, pero en el que Madrid debe de ostentar una de las mejores marcas. Con el mismo orgullo con que se evocan las proezas de Rock in Rio, o con que se pasea el trofeo de la Eurocopa, que ayer inspiró nuevas celebraciones, se debería exhibir un coeficiente de resistencia que sólo puede despertar la admiración del mundo.
Si alguien pronosticaba que ahora Madrid volvería a la rutina, puede abandonar toda esperanza: los acontecimientos de este fin de semana han llevado la ciudad en volandas hasta el inicio de los Veranos de la Villa. En el kilómetro 35 de la Nacional III, en la Ciudad del Rock, volverá a no faltar de nada, y así de espectáculo en espectáculo hasta septiembre. Quizá entonces la ciudad tenga ocasión de reposar, aunque el coeficiente de resistencia habrá alcanzado tales cotas que obligará a continuar la fiesta. Si no por otra razón, por el prurito de llevar tanto resistido.
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