Victoria con cerveza alemana
600 hinchas celebraron el triunfo de la 'roja' en pleno centro de Bilbao
Un poco más y se quedan hasta sin cerveza. Los hinchas alemanes de la peña Müller-Dani que colocaron una pantalla gigante en la plaza del Ensanche, en pleno centro de Bilbao, para seguir la final de la Eurocopa se quedaron en clara minoría ya desde el minuto uno. Más de 600 seguidores de la selección española tomaron la posición y se gastaron los cuartos en bebida y comida del restaurante alemán Ein Prosit, sede de la peña que impulsan los hermanos Thate, dueños del local, pero esa fue la única concesión.
El ambiente era cordial. Buena temperatura, muchas pintas de cerveza, corrillos de amigos comiendo salchichas y bocatas de jamón, y muchas banderas, la mayoría españolas, pero también alemanas y alguna que otra ikurriña. Casi todos eran jóvenes, pero también había familias con niños y algún provocador que se pegó al grupo de los alemanes y se pasó 15 minutos insultando a quienes apoyaban a la selección nacional. Un par de miembros de la peña Müller-Dani, que promociona los intereses deportivos del Athletic tanto en España como en Alemania, pusieron paz en el inicio del conato.
"Seeenna, Seeeenna Seeeenna", hacían la ola los congregados
Si durante la primera parte los hinchas apenas desperdiciaron algunas gotas de sus súpercañas, en la segunda, la emoción y los nervios provocaron un baño general de la bebida nacional alemana.
El grupo de seguidores teutones coreaba a su selección, pero la mayoría les aplastaba con gritos más altos de apoyo a la roja. A los gritos acompasados del tradicional Que viva España, sólo algunos desde el fondo respondían tibiamente "Que puta es España", aplicando el mismo sonsonete.
Se mascaba el segundo gol de España, cuando la selección alemana se animó y con ella sus seguidores. Las dos o tres ocasiones de gol que se sucedieron en la primera media hora de la segunda parte apenas si enmudecieron a la hinchada, que aprovechó para repostar. Parecía el inicio de la tragedia. Los alemanes intentaban aguantar la marea roja, hasta que Fernando Alonso apareció en la pantalla gigante quejándose de una mano del portero alemán fuera del área que el árbitro se comió.
Y con esa imagen volvieron los sentimientos patrios, y volvieron los ánimos, los gritos y el delirio creciente de los allí congregados. Poco después, Aragonés sustituyó a Torres, autor del gol, y los hinchas, con litro y medio más de cerveza entre pecho y espalda apenas podían articular palabra. Todo eran gritos.
Cuando Senna dejó atrás a toda la línea del medio campo y se adentró en el área en lo que parecía que iba a ser la jugada del segundo gol, el respetable se volvió loco. "Seeenna, Seeeenna Seeeenna", hacían la ola. Los papeles ya se habían cambiado. Los panzer no tiraban ni para atrás. Los españoles se colaban por todas las líneas. En pleno centro de Bilbao no se habían visto tantas banderas españolas juntas en años. Era la locura. Sólo faltaba Manolo el del bombo. Y curiosamente en ese momento, Cuatro le enfocó.
Más información en páginas 60 y 61
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