Carne mojada
No se vea masoquismo en el hecho de que Versión Española eligiera, como lugar de celebración de su décimo aniversario, el Matadero de Madrid. El antiguo complejo de Legazpi ha sido hace tiempo limpiado de todos los restos del sacrificio, y el único gore allí presente lo aportaron directores jóvenes del género. Aún así, la carne no dejó de adquirir un protagonismo en la fiesta. A la entrada, el doctor Javier Anido, un gran especialista de algo más que la medicina estética, lo que yo llamaría un médico de cuerpos y almas, iba comentando la extraordinaria forma física de las estrellas que pasaban por el fotocall: Paz Vega, Belén Rueda, entre las más explosivas, Rosa Novell y Ana Fernández, entre las más grandes intensas, y algún joven valor masculino también en la plenitud de sus recursos físicos. Y entonces empezaron los truenos.
Cayetana Guillén aguantó el empuje de la tormenta con energía
Cayetana Guillén Cuervo estaba anunciando los premios que concede el programa, mientras a un lado del escenario montado, en el hermoso patio del Matadero, ardía la preceptiva hoguera de San Juan. Cayeron las primeras gotas. Los más prudentes buscamos con la mirada un refugio en caso de necesidad, y la necesidad llegó al cabo de un par de minutos. Una lluvia tropical, un viento que se llevó focos y algún que otro invitado delgado y, desgraciadamente, terminó con el acto de presentación. Los mayores entre el público recordamos, no sin emoción, una ocasión similar sucedida hace ya muchos años, en el estadio Vicente Calderón. Allí el escenario lo ocupaban los Rolling Stones, y hay que decir, en honor de la valerosa presentadora de Versión Española, que Cayetana aguantó el empuje de la tormenta con una energía y un savoir faire, que no desmerecieron de los de Mick Jagger en aquella noche legendaria. Todos buscamos techo en el interior de las naves, donde el canapé prometido se hizo más difícil y el vino empezaba a nublar algunos de los cráneos más privilegiados del cine español: productores, directoras, distribuidores, y un amplio plantel de actores y actrices de todas las edades.
Pero Versión Española sí venció a los elementos. Después de media hora de tormenta la normalidad volvió al Matadero, todos sacamos nuestros cuerpos, algunos francamente mojados, al patio, se dieron los premios (la mejor película fue considerada La soledad, ex aequo con Yo) y mientras en el horizonte volvían a zigzaguear los relámpagos, empezó el espectáculo. Alaska y Nacho Canut fueron el inicio de una velada que prometía humedecer las carnes de los espectadores.
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