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EN LA CALLE | La 'web'
Columna
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Raimon

Tomàs Delclós

Raimon en el castillo de Montjuïc. Los blogs hablan de ello. Uno duda a la hora de apropiarse de sus canciones: "Raimon ha cantat les seves -anava a escriure les nostres- cançons", escribe Àngel Castanyer (www.gragel.net/museuimaginari/blog/).

Otro, en Somos más (somosmas-jm.blogspot.com/), cuelga la crónica de su reciente recital en Madrid. Y lo explica de manera precisa, preciosa. Rehuyó la nostalgia porque sería de imbéciles tener nostalgia del franquismo. "Quise presentar al público de Madrid una pequeña muestra de lo que ha sido mi evolución en estos 40 años. Parece que gustó", le cuenta el músico al autor del blog.

Es la misma sensación que dio el Raimon de Montjuïc, un artista potente, que trabaja, que crea, que cuenta nuevas canciones y que cuando repasa los viejos temas no tienes la sensación de subirte a un trip arqueológico, estrictamente rememorativo, sus canciones de siempre se cargan de nuevos sentidos, de nuevas vigencias.

En Montjuïc no estuvo únicamente el Raimon del Al vent. También hubo el Raimon irónico, con ironías que sobreviven desde el siglo XV (L'espill de Jaume Roig), o el que bromea, con un desmantelamiento aparente, sobre determinados fundamentos de la lírica. "Un profesor de literatura que tuve explicaba que la mejor poesía amorosa está dedicada a la ausencia, porque cuando el sujeto amoroso está presente es preferible dedicarse a otras cosa que a la lírica".

No hay que inventar nada sobre Raimon.

Manuel Vázquez Montalbán ya lo escribía en este diario en el año 2000 y sigue siendo cierto: "Raimon es capaz de depurar su propio crecimiento como artista en tensión dialéctica con su circunstancia; sus gritos fueron música, ahora su música es un grito a favor de la lógica de lo creativo". No hay un Raimon a la medida para celebraciones. En Montjuïc o en Madrid, lo que vale la pena es escuchar a Raimon. La coartada es lo de menos. Y el público así lo entendió en Montjuïc. Algún blog lamenta que no hubiera más banderas, más fervor patriótico.

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¿Por qué a determinados artistas siempre les hemos de exigir coartadas?

En el territorio poético que construye Raimon cabe más de una bandera. Eso sí, no cualquiera.

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