Políticos tóxicos
En el telediario del 17 de junio vi a Díaz de Mera en el Parlamento Europeo. La verdad es que, por el escaso valor de su palabra, no presté mucha atención a su discurso; lo que sí me llamó la atención es que su partido recompensara su falsedad pública y en sede judicial, con un despachito oficial en Bruselas, como si hubiera mentido al juez por encargo suyo. Por cierto, que luego lo absolvieron jueces subordinados de los que, a su vez, apadrina su partido.
En situación parecida se encuentra el alcalde de Alicante, al que aforaron con la intención de blindarlo ante la acción de los tribunales ordinarios y así ponerlo a salvo bajo las faldas del Tribunal Superior Valenciano; por cierto, que uno de sus magistrados dice haber sido capaz de leer, entender y valorar los 7.000 folios de esa instrucción en sólo 29 días lectivos. ¿Prisas electorales, quizás? La nueva situación de la sindicatura de agravios viene a liquidar las últimas garantías legales y pone las cartas boca arriba, evidenciando lo obvio: su pretensión de estar por encima de la ley.
Visto lo visto, a nadie sorprende que los cargos públicos de este partido le regalen concesiones administrativas a sus protegidas, se autoadjudiquen las obras que ellos mismos licitan y, además, que en la lotería tengan esa "suerte" tan repetida; lo que sorprende y mucho es ver a un badulaque fabulador de contubernios parlamentando sobre la inmigración no regulada. ¿Qué puede significar este bodrio? En mi opinión, viene a significar que los mismos partidos patronales que atrajeron el exceso de mano de obra no cualificada ahora la han elegido como cabeza de turco.
Por cierto, las imágenes de Esperanza Aguirre arrinconando a una manifestante ilustran perfectamente la conducta social de la cúpula de su partido.
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