La mejora de la productividad requiere reformas
La coyuntura económica sigue dominando las inquietudes de la ciudadanía y las agendas de los dirigentes políticos y económicos. El Consejo de Ministros aprobó el pasado día 13 un anteproyecto de ley de medidas fiscales. Ello tendrá efectos económicos a partir del próximo año: 1.800 millones que dejarán de pagar los contribuyentes por el impuesto de patrimonio y 6.000 millones que las empresas podrán recibir meses antes de lo que lo hacían hasta ahora (no es una rebaja del impuesto, sino una mejora en la gestión) en concepto de devoluciones del IVA. Esto se añade a los 10.000 millones (un 1% del PIB) que la Hacienda pública inyectará en las cuentas de los hogares y empresas este año. Se podrá estar más o menos de acuerdo con estas medidas, pero no se puede decir que el Gobierno esté parado.
Los costes laborales por unidad en la industria han aumentado en España un 12% más que en la eurozona
La negociación colectiva debería reformarse, de forma que sirviera para aumentar la productividad
El principal pero que puede ponerse a las mismas es que la mayoría, aunque vengan bien y sean oportunas para paliar los efectos de las crisis, no fueron pensadas para este objetivo. Entre su coste recaudatorio y el efecto de la caída del gasto en consumo y vivienda sobre los ingresos públicos, prácticamente ha desaparecido el famoso margen de maniobra que permitía el superávit de las cuentas públicas. Cabe plantearse si ese margen se podría haber utilizado de manera más eficiente, por ejemplo, inyectando más presupuesto para inversiones en infraestructuras o llevando a cabo una verdadera reforma fiscal con el objetivo de mejorar la competitividad del sistema productivo español, reforma que, al igual que la laboral, tarde o temprano habrá que hacer. Ambas deberían ser los pivotes de las negociaciones iniciadas esta semana entre el Gobierno y los representantes de los trabajadores y empresarios.
Que la economía española necesita reformas profundas, estructurales y no sólo coyunturales para paliar la crisis nos lo dicen todos los días los indicadores que vamos conociendo. Unos se empeñan en mostrarnos que el deterioro de la economía es mucho mayor que una simple desaceleración. Ahí tenemos la caída interanual del 21,8% en abril (-7,2% en el primer trimestre) del Índice de Producción de Construcción publicado por Eurostat, o el retroceso del 14% del consumo de cemento en abril y mayo, o el del 6% de los afiliados a la construcción en estos mismos meses (gráfico superior izquierdo). Las cifras de negocios de marzo y abril (hay que hacer la media de ambos meses para soslayar el efecto Semana Santa) redujeron sus tasas interanuales al 1,3% en el sector servicios y al 4,8% en la industria, lo que supone una caída en términos reales (gráfico superior derecho).
Pero quizás, el indicador que apunta con más gravedad a problemas estructurales es el de los costes laborales, que también conocimos esta semana tras el avance publicado por Eurostat la anterior. Éstos aumentaron en el primer trimestre un 5,1% por trabajador y un 6,3% por hora. Muchos pensarán que es estupendo, así los salarios ganan poder adquisitivo y se mantiene el consumo. Pero ésta es una visión muy miope, cortoplacista y que no tiene en cuenta el interés general de la propia clase trabajadora.
Fijémonos en los gráficos inferiores adjuntos. Desde el inicio del euro, los costes laborales por unidad producida (CLU) en la industria, que son el mejor indicador de la competitividad de una economía, han aumentado en España un 12% más que en la zona euro en su conjunto y un 24% más que en Alemania. Desglosando estos aumentos entre los salarios per cápita y la productividad, se ve que la causa principal de los mismos es que la productividad española en relación con estas áreas disminuye un 7% y 22%, respectivamente. Dicho de otra manera, la negociación colectiva en España se centra en mantener el poder adquisitivo de los salarios al margen de la productividad, y esto nos está provocando una pérdida importante de competitividad que se añade a los problemas coyunturales y que, de no remediarse, se traducirá en una grave reducción del potencial de crecimiento a medio y largo plazo. La negociación colectiva, y en general toda la normativa laboral, deberían reformarse para que pasaran a ser un instrumento fundamental en el avance de la productividad, lo que permitiría ganar capacidad competitiva y, sobre todo, mejorar los salarios reales, que llevan muchos años sin aumentar. -
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).
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