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Reportaje:DE PASEO CON... Dora Salazar | Fin de semana

Entre Zumaia y San Sebastián, siempre mirando al mar

Basta charlar unos minutos con la escultora Dora Salazar (Alsasua, 1963) para comprobar que es una mujer inquieta. Le gusta andar en bici, caminar, correr, nadar,... "Bueno, y salir por la noche. Cuando salgo fuerte, me encanta ir a bailar", comenta entre risas.

La artista vive desde hace "siete u ocho años" en San Sebastián, pero desde el verano pasado tiene su estudio en Zumaia. Los locales allí eran más económicos que en la capital guipuzcoana y además encontró uno con buenas vistas. Uno de sus ventanales mira al Paseo Gernika, paralelo al río Urola, por donde Salazar va y viene con su bici.

Antes era más de pasear a pie, pero desde que el año pasado recuperó las dos ruedas -de pequeña andaba mucho en bici por Alsasua en verano- no para de pedalear. "Ha sido un redescubrimiento casi excesivo. No pensaba que la iba a utilizar tanto, pero me parece tan cómoda; voy tan rápido a los sitios. Me gusta esa sensación".

A la escultora le gusta andar en bicicleta, correr, nadar e ir a bailar

Así que muchas veces, antes de meterse en el estudio a trabajar, recorre en bicicleta el margen del Urola desde la zona próxima a los astilleros hasta el mar. Pero lo mismo se sube a la bici que se calza las zapatillas de deporte para correr. En ese caso, suele acercarse a una zona de pinos cercana al Museo Zuloaga, en la entrada a Zumaia por la carretera de la costa, donde los vecinos practican deporte.

"Lo de correr lo he retomado también hace poco. De joven era atleta. Salgo 30 o 40 minutos y, la verdad, estoy enganchada", resalta la escultora sentada en su estudio, mientras mira por la ventana con la esperanza de que deje de llover para poder salir a la calle y posar sin problemas ante el fotógrafo. No podrá ser. Es lunes 16 de junio, pero el verano se resiste a llegar. Si se cumplen las previsiones meteorológicas hoy habrá más suerte. Y Salazar quizá decida ir a la playa.

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"Me tira mucho el mar. Y como me gusta nadar, aquí, en Zumaia, voy a la playa de Santiago, porque en la de Itzurun se forman muchas olas y es más difícil", explica. Algo parecido le ocurre en San Sebastián. Para poder hacer unos largos más cómodamente prefiere ir a La Concha. Eso sí, a la zona más próxima al Pico del Loro, porque hay menos bañistas. Otras veces se alarga al arenal de Hendaya. Por cierto, que el paseo que discurre por encima de esta playa es otro de los sitios que suele elegir para correr. "Me encanta", dice, al tiempo que regresa con la mente a San Sebastián. "Es una ciudad por la que da gusto andar en bici, porque hay un montón de bidegorris. Algunas noches, cuando llego de Zumaia, me voy hasta El Peine del Viento".

Más o menos cada dos semanas se escapa a Alsasua. Allí el plan es "tranquilo y familiar". Disfruta de la compañía de sus padres, de su hermana y de su sobrina. Y, de vez en cuando, aunque no es muy montañera, se da un paseo por el monte San Pedro.

No todo es deporte y familia, ni mucho menos. No es de poteo diario, pero le gusta salir los fines de semana a tomar algo. Unas veces se sienta a cenar. Otras va de pinchos. "Ahora menos que al principio de llegar a San Sebastián". Otras se toma un bocadillo. No hay regla fija. Las inauguraciones de exposiciones suelen ser una excusa perfecta para luego "liarse" un poco y, si cuadra, echar unos bailes. El cine y el teatro figuran también entre sus aficiones, aunque no va todo lo que quisiera, apunta junto a algunas de sus últimas obras, unas figuras de hilo de cobre. Tiene entre manos además dos libros, uno de dibujos con textos y otro de paisajes.

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