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Columna
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Paz espiritual

Juan José Millás

Un matrimonio mayor, que no había perdido sin embargo la facultad de hablar, conversaba en la mesa de al lado acerca de la ecuanimidad. Ambos opinaban que no era posible ser de izquierdas y ecuánime ni de derechas y ecuánime. De ahí, apuntó él, los problemas de los ecuánimes a la hora de votar, pues no hay partidos que recojan lo mejor de cada tendencia. La personas objetivas nunca han llevado una vida fácil, dijo ella limpiándose el carmín de los dientes (muy grandes, por cierto) con la punta de la servilleta. Tras unos instantes de silencio meditativo, él hizo una pregunta sobre la ecuanimidad de los vegetarianos. Son una peste, dijo ella, no como nosotros, que nos gusta la carne pero comprendemos a los naturistas. Es más, preferiríamos ser vegetarianos, pero aceptamos nuestras limitaciones.

Pregunté al camarero qué bebían, por si guardara alguna relación con aquella paz oriental en la que parecían instalados, y me dijo que vodka con tónica. Yo, idiota de mí, había pedido un té verde, antioxidante, sí, y todo lo que quieras, pero inhábil para aminorar esta necesidad enfermiza de tomar partido (síntoma de una impotencia emocional crónica). Tras cambiar de postura para escuchar mejor, averigüé que tenían en literatura y cine gustos eclécticos, qué envidia. En cuanto a la religión, consideraban que no se podía ser mahometano sin odiar a los católicos ni católico sin odiar a los mahometanos. Ellos, en cambio, respetaban a todos y creían en Dios de un modo vago, al modo en que creían en las urnas, que, para ser ecuánimes, no siempre acertaban (Hitler, etc.). Inmediatamente pedí un vodka con tónica, que en vez de proporcionarme la paz espiritual anhelada me puso agresivo, por lo que me echaron de la cafetería. Estoy muy arrepentido y por un lado me gustaría pedir perdón, pero por otro me cago en todo.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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