Otro vuelo perdido para El Prat
SAS decide no vender Spanair al no recibir el precio esperado
Ni Iberia, ni Marsans. Ni Gadair ni un grupo de empresarios de la asociación FemCAT aliados en un socio industrial. Ninguna de estas empresas comprará finalmente la compañía aérea Spanair. Su propietario, el grupo sueco SAS, confirmó ayer, 20 días después de que Iberia retirase su oferta, que no venderá la aerolínea debido a que el precio obtenido "no refleja su valor intrínseco".
La no venta supone un nuevo jarro de agua fría para muchas expectativas creadas en Cataluña en torno a la operación. El primero cayó cuando Spanair, que había prometido a empresarios un ambicioso plan de expansión en el aeropuerto de El Prat (después de que Iberia se hubiese decantado por potenciar Barajas), colgó el cartel de se vende y dejó todos sus planes en el aire. El segundo llegó al no formalizarse ninguna una oferta catalana que arraigase a Spanair en Barcelona.
Ninguna intentona catalana por potenciar El Prat sale adelante
Fuentes del Departamento de Política Territorial y Obras Públicas no consideraron la marcha atrás en la venta de Spanair como una ocasión perdida, manifestó "respeto" por la decisión empresarial y confiaron en que el grupo SAS mantenga y desarrolle su presencia en Barcelona, aunque a Spanair le está pasando una alta factura el difícil momento del sector aéreo: ha perdido 41 millones de euros en el primer semestre del año. También celebraron que la aerolínea continúa al abrigo de la alianza Star Alliance.
El primero en mover ficha fue Marsans, el grupo presidido por Gonzalo Pascual, que también presidió Spanair hasta el año pasado, cuando SAS la puso en venta y compró a sus socios españoles el 5% que aún les quedaba de la aerolínea. Pascual abandonó la puja cuando SAS comenzó a negociar también con Iberia, aunque algunas voces le alentaban desde Cataluña para que siguiese en la carrera de la mano de socios catalanes para seguir adelante con la apuesta por El Prat. La otra opción, Gadair, una pequeña compañía chárter, se postuló ante políticos y empresarios catalanes como alternativa a Iberia en Barcelona, aunque su propuesta no pasó a la recta final.
La última intentona, que no cristalizó en oferta, la protagonizó un grupo empresarios del entorno de la Femcat, presidida por Joaquim Boixareu, que pidió ayuda económica al Instituto Catalán de Finanzas (ICF), el órgano de crédito público catalán.
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