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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Dos crisis graves

El G-8 alerta sobre los precios de las materias primas, pero elude decisiones urgentes

Del comunicado final de la reunión de los ministros de Finanzas de los ocho países más industrializados del mundo (el G-8) en Osaka no puede deducirse tranquilidad acerca del futuro inmediato de la economía mundial. La coexistencia de las todavía visibles manifestaciones de la crisis crediticia en algunas economías avanzadas, con el mantenimiento en niveles históricamente elevados de los precios de algunas materias primas, particularmente el petróleo y ciertos alimentos, pueden socavar todavía más las bases del crecimiento en los próximos años. Lo que es peor, pueden contribuir a prorrogar la temida combinación de estancamiento e inflación que se empieza a observar en algunas economías avanzadas.

Es una combinación que no facilita la toma de decisiones de política económica. Agudiza en algunas economías el conflicto de objetivos que han de afrontar las autoridades que persiguen a toda costa la estabilidad de precios frente a las que conceden prioridad a evitar que la ya debilitada actividad se despeñe en una recesión. Las autoridades de EE UU han procurado hasta el momento evitar males peores a los conocidos, considerando que lo menos deseable es la caída del crecimiento y el aumento del paro. A partir de ahora, tras intensos estímulos presupuestarios, monetarios y cambiarios, que probablemente se dejarán sentir en los próximos meses, prestarán atención a las consecuencias inflacionistas. La eurozona, por su parte, seguirá condicionada por el empeño del BCE en la aplicación de una política monetaria estricta, a pesar de que la inflación es más baja que la estadounidense y los tipos de interés, más elevados. En otros ámbitos, como el de la política presupuestaria, Europa no existe a los efectos de política económica conjunta.

A pesar de su estrecha vinculación con los precios de las materias primas, los ministros del G-8 no han hecho referencia alguna a la evolución del tipo de cambio del dólar, precisamente el centro de atención que determinó hace más de 20 años el nacimiento del G-7. Que no aparezca en el comunicado no significa que los ministros no hayan abordado la inestabilidad sobre los mercados de materias primas y los mercados financieros que hasta ahora ha transmitido un dólar excesivamente debilitado.

El comunicado prodiga análisis de las causas del aumento del precio del petróleo. Destaca el aumento de la demanda como principal razón frente a los que esgrimen la especulación de los fondos de inversión y es parco en soluciones. Las llamadas a evitar los efectos del calentamiento global y a la inversión en fondos especializados en la lucha contra el cambio climático son importantes pero se distancian de una realidad económica que reclama decisiones más urgentes. También adolecen del grado de coordinación que se supone asociado al G-8, con el fin de neutralizar los efectos depresivos causados por dos crisis internacionales, la del crédito y la de las materias primas.

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