Gran lío en Francfort
Las divergencias económicas en la zona euro provocan divisiones en el BCE
La sombra del Bundesbank es alargada. Los halcones, partidarios de posturas más agresivas en términos de política monetaria, parecen estar tomando el poder en el BCE capitaneados por Axel Weber, presidente del banco central germano y, para muchos, la mano invisible que está tras el sorprendente cambio de postura del eurobanco tras un año de neutralidad con los tipos de interés. Lejos de ser un problema, para muchos expertos ese sambenito es un halago. "¿La sombra del Bundesbank? ¡Eso espero!", exclama Charles Wyplosz, del Graduate Institute de Ginebra.
"En los años setenta y los primeros ochenta, Alemania fue una de las pocas economías que escaparon de la inflación de dos dígitos. Si el BCE ha aprendido algo del Bundesbank, espero que sea cómo gestionar un shock petrolero como el actual", sostiene este economista francés.
"¿La sombra del Bundesbank sobre el BCE? ¡Eso espero!", dice Charles Wyplosz
El futbolista inglés Gary Lineker hizo fortuna con una definición geopolítica del fútbol: "Un deporte en el que juegan 11 contra 11 y al final gana Alemania". De la política del BCE puede inferirse algo parecido. Parece clara la subida de tipos -que conviene a Alemania "pero en primer lugar a España, cuya inflación está alcanzando cotas peligrosas", apunta Wyplosz-, aunque Trichet no ha logrado esconder las diferencias de criterio dentro del banco.
"La reunión del último Consejo de Gobierno tuvo que ser de lo más entretenida", explica un analista de Merrill Lynch. El propio presidente del BCE dio pistas en la rueda de prensa posterior, convertida en un curso acelerado de interpretación de la jerga imposible del francés.
Algunos miembros del Consejo de Gobierno -un órgano formado por los seis consejeros ejecutivos del BCE más los 15 presidentes de los bancos centrales de cada país- querían una subida de tipos ese mismo día, aclaró Trichet, mientras que otros -aparentemente, incluido el propio presidente- preferían una subida "más adelante". El galimatías no acaba ahí. Según Trichet, algunos -parece que sólo unos pocos- no creen que sea necesario un alza del precio del dinero.
"El BCE está dividido en tres corrientes, y sería deseable un punto de vista más uniforme ante las dificultades previstas para los próximos meses", asegura Goldman Sachs en su último informe.
No parece probable un mayor consenso a corto plazo. La inflación perjudica a todos los países de la zona euro, pero toda la Europa del Mediterráneo parece más preocupada por la desaceleración. Tras las críticas de Zapatero, los mensajes de los grandes países europeos son cada vez menos subliminales. La ministra de Economía francesa, Christine Lagarde, aseguró el pasado jueves que el BCE podría cambiar de postura respecto a los tipos después de la reunión de los ministros de Finanzas del G-8, este fin de semana en Japón. El mismo día, el alemán Axel Weber fue rotundo al asegurar que con un trasfondo "de fuertes y sostenidos riesgos alcistas para la estabilidad de precios, el Consejo de Gobierno está en un estado de alerta máxima y listo para actuar". Francia-Alemania, una vez más.
El BCE tiene un problema adicional: la coordinación con la política monetaria de la Reserva Federal (Fed) de EE UU, protagonista de una fuerte rebaja de tipos, del 5,25% al 2% en sólo siete meses para combatir la tormenta financiera. La Fed se decanta ahora por las subidas, y la diferencia es que el banco central estadounidense no suele amagar con su política monetaria. "La Reserva Federal ha toreado la crisis y el BCE sólo ha ejercido como aguador. Y ahora se arriesga a que con la subida de tipos en Europa el dólar siga cayendo, y eso obliga a Estados Unidos a subir tipos. Es insolidario eso de que la Fed lidie con la crisis y una vez ha pasado lo peor, que cada palo aguante su vela", explica José Carlos Díez, de Intermoney. "Pero tampoco veo que la Fed pregunte al BCE cuándo va a tocar los tipos", apostilla el economista Paul De Grauwe. -
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