Muy fácil de manejar
El nuevo Ibiza es más grande que el anterior, tiene más presencia y parece de una categoría superior. Seat ha mejorado mucho la calidad, y se aprecia en todo: el sonido consistente de las puertas, el tacto muy preciso de los mandos, los ajustes de las piezas y la solidez con que circula. Tiene unos asientos delanteros más grandes y bajos que sujetan bien, y una instrumentación completa, pero lo mejor es la facilidad con que se maneja, porque hace todo fácil, obedece con dulzura al volante y es muy agradable de llevar.
Estable, divertido y seguro
El comportamiento dinámico es otra de sus virtudes. Se ofrecen dos tipos de suspensión, uno que prima el confort (acabados Reference y Style) y otro más deportivo (Sport) que montaba la unidad de pruebas. Ambos van muy bien, pero el último tiene unos reglajes un 25% más rígidos y llantas más grandes, de 16 pulgadas en lugar de 15. Estas soluciones mejoran la estabilidad y ayudan a ofrecer un comportamiento impecable para un utilitario, con una facilidad de conducción sobresaliente y reacciones muy precisas y seguras que se apoyan también en el control de estabilidad ESP (de serie).
Sin embargo, lo que más llama la atención es lo bien que va en todas partes: en trazados virados sorprende por su agilidad y agarre en curva, y en los más rápidos viaja con el aplomo de un coche más grande. Además tiene un tacto tan suave y consistente que se conduce con dos dedos, da confianza y divierte a la vez al conductor, porque hace sentir todo bajo control y esa impresión es real. Los frenos paran con poderío y completan un conjunto brillante en el que sólo desentona la insonorización: tiene un rumor de fondo, mecánico y de rodadura, que contrasta con la calidad del resto.
Un veterano motor 1.6 de gasolina
El motor 1.6 de gasolina y 105 CV es una buena solución para la mayoría, porque va muy bien en ciudad y tiene suficiente brío para defenderse en los viajes. Va acoplado a un cambio de cinco marchas con un accionamiento rápido y suave, aunque no le vendría mal una sexta. Y responde con soltura desde el ralentí, tiene fuerza en las marchas cortas y se estira de forma progresiva hasta 6.000 revoluciones manteniendo buenas velocidades de crucero en quinta.
Frente al 1.9 TDi de igual potencia sólo se echa de menos la fuerza del diésel en las subidas: el 1.6 invita a reducir a cuarta para no perder ritmo, en especial si se va cargado. Este detalle se acusa más con las ruedas opcionales 215/40/17 de la unidad de pruebas (200 euros), que mejoran la estética y un poco la estabilidad, pero aumentan rozamientos, sonoridad y consumo, y penalizan algo el nervio. Aunque el motor tiene ya años, no gasta en exceso, en parte porque este Ibiza es uno de los modelos más ligeros de su tamaño. En conducción suave no llega a siete litros, pero en ciudad y cuando se le exige acusa más su veteranía y puede rozar los nueve.
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