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Columna
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¡Viva Roca!

Anteayer por la noche tenía muchas cosas que hacer. Por ejemplo, leer con detenimiento el periódico, arrancarme con la novela El Mundo de Juan José Millás, que me mira cejijunto desde la repisa de la mesa del hotel, y, entre otras, escribir este artículo con el tiempo suficiente para para que mantenga (sin pasarse) un cierto grado de coherencia. Tenía muchas cosas que hacer, pero no tenía ninguna gana. Era la 1.10 de la madrugada y no tenía ganas de hacer nada. Cuando eso ocurre, siempre acudo a Miquel Roca i Junyent. Sí, ¿que pasa?

Ya sé que resulta extraño, a estas alturas, tener como gurú o como terapeuta emocional a un tipo tan hierático como Miquel Roca, que fue capaz de dejar una operación inconclusa. Pero lo cierto es que este padre de la Constitución es el político al que le he oído decir la frase más inteligente desde que saqué el DNI en la comisaría de Indautxu. Ante la audaz pregunta de un colega, "¿Qué va a hacer estas vacaciones?", respondió con sabiduría: "Nada. La gente debería descubrir el placer de no hacer nada". Se me quedó grabada, lo juro, como un evangelio de la felicidad.

Sobre una misma base se pueden construir miles de declaraciones

A la 1.10 encendí el plasma (hay que aggiornar el vocabulario) y puse el Canal Latino, donde dan videoclips musicales por un tubo. Puse cara de no hacer nada y asistí a un desfile casi interminable de canciones pop terriblemente atormentadas, con la misma base musical. Todas trataban del desamor, confirmando esa teoría, que no comparto, de que el enamoramiento es masoquista por naturaleza.

La base musical era casi siempre la misma, como los gestos de los intérpretes, que estos sí que variaban, y mucho: unos eran hombres y otros mujeres. Cuando me vaya, cantaba un chico lánguido, y me vino a la cabeza Ibarretxe; Por si volvieras, cantaba una chica lánguida, y me vino a la cabeza Esperanza Aguirre sosteniendo un retrato de Aznar. Otro grupo se llamaba Rey Morao, y me vino a la cabeza, Jaime Peñafiel, no sé por qué.

Dije ¡basta! ¡Estoy pensando y eso es hacer algo!, aunque haya muchos parados en esa ventanilla. Moví el mando: teletienda, televenta, tarot... Vuelta al Latino. Y más desamor. Carmen París y Santiago Auserón interpretaban un bolerazo, 25 años, una canción nada autobiográfica, y una chica, de nombre artístico rimbombante, Merche, vestida a lo Massiel en Eurovisión, pero en gris reflectante cantaba... Bueno no sé que cantaba, pero tenía también que ver con el desamor. Rompiendo todos los moldes apareció Manu Chao tarareando una canción que debía titularse Me gustas tú, porque me pareció escucharlo alguna vez en mi duermevela.

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Oyendo y oyendo, me di cuenta de que la política no ha inventado nada. Todo estaba en los estudios de grabación. Sobre una misma base se pueden construir miles de canciones y miles de declaraciones. Bajo una base de tango argentino, Pedro Solbes lleva meses diciendo que no pasa nada, que tenemos algún problemilla de respiración económica, pero nada que induzca a pensar en un cáncer incurable. Con los camiones en la calle y los euros escasos, Zapatero cuenta ya 35 medidas contra la crisis. Y lo repite por donde va. Rajoy hace tabla rasa con el pasado, perdón, con su pasado, y a Ibarretxe le oiremos en los próximos mítines recordarle el dolor que le produce que Zapatero hable con ETA lo que no dialoga con él.

Es el estribillo de la política, dominada por los asesores de imagen. Son las 2.20 y llevo una hora pensando en vez de no hacer nada, como era mi pretensión. Miquel, te he traicionado. Puedes depositarme en el otro Roca y tirar de la cadena.

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