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Reportaje:

Renacimiento pictórico en Nájera

Un curso de restauración se centra en '¡Cristiano!', la mayor obra de Guinea

Los gruesos muros del monasterio de Santa María la Real, en Nájera (La Rioja), protegen el trabajo de restauración de la pintura ¡Cristiano! (1897), la obra de mayor tamaño que Anselmo Guinea realizó en caballete, un lienzo de casi cuatro metros de largo propiedad del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Un potente foco deja la pintura a salvo de los perjudiciales efectos de los rayos ultravioleta y permite la meticulosa reparación que pide a gritos la tela. Bien iluminado y ya sin barniz ni suciedad, el lienzo muestra su precario estado: un rasgón de más de un metro de largo atraviesa el centro de la composición y se ramifica en rotos que alteran los perfiles de las figuras. La pintura se ha levantado en numerosos puntos.

La obra, de casi cuatro metros de largo, es la de mayor formato de su autor
La única Escuela de Patrimonio se ubica en el monasterio de Santa María la Real

La obra de Guinea, un óleo de 2,64 metros por 3,95 metros que muestra la celebración de un bautizo, se encuentra en un ala del monasterio convertida en Escuela de Patrimonio Historico, un centro del Ministerio de Cultura. ¡Cristiano! y Regreso de la romería, un boceto de Guinea para vidrieras, han sido el eje del primer curso impartido por la escuela, tres meses de actividades sobre restauración de pintura del siglo XIX. Nueve estudiantes de Bellas Artes de la UPV han participado en las sesiones prácticas de restauración de los dos guineas. Las clases teóricas han estado abiertas a universitarios y especialistas.

¡Cristiano! necesitaba una restauración antes de ser expuesto en el Museo de Bellas Artes tras un largo depósito en la Diputación de Vizcaya. La obra de Guinea -"un camaleón estético" capaz de adaptarse a distintos estilos, en palabras del estudioso de su pintura Mikel Lertxundi- resultaba idónea para abordar la teoría y la práctica del tratamiento de la pintura del XIX.

Guinea pintó el cuadro para la Exposición Nacional de 1897. Cuando se procedía a colgarlo, cayó accidentalmente y la tela se rasgo. El pintor viajó a Madrid y reparó el desaguisado como pudo. Ahí comenzaron las complicaciones técnicas para su restauración. Su tamaño también cuenta. "Guinea trato de dignificar el género costumbrista pintando esta escena en un tamaño reservado para los temas históricos", explica la coordinadora de cursos de la Escuela de Patrimonio, Rocío Salas.

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Además de los repintes, las restauraciones y las complicaciones del formato, el cuadro ofrece otra dificultad. Es un claro ejemplo de la dualidad que le gustaba prácticar a su autor: en primer término trabaja el dibujo y usa tonos oscuros; en el fondo, la pincelada se libera al plasmar el paisaje con estilo puntillista y una explosión de color. Cada plano requiere una atención diferente.

Los estudiantes limpiaron con mimo la superficie. Actualmente, la restauradora Begoña Manso trabaja en solitario cubriendo con estuco las zonas en que se perdió la pintura original. "Imitamos la trama de la tela y lo barnizamos para protegerlo antes de reintegrar el color", explica. Seguirá con la técnica del rigatino: "Con pigmentos aglutinados con barniz, reversibles, se van haciendo líneas muy finas sobre la laguna".

De cerca se distinguirá la restauración; a unos metros de distancia, quedará integrada en el conjunto. Con la iluminación adecuada el roto y los retoques se difuminarán. ¡Cristiano! volverá antes de fin de año al Museo de Bellas Artes. Ocupará una de las paredes del vestíbulo del edificio antiguo, el espacio que mejor se adapta a sus dimensiones.

Mil años de historia

La historia de Santa María la Real se remonta mil años atrás, cuando el rey de Nájera ordenó construir un templo sobre la cueva donde halló una imagen de la Virgen. El templo actual es un edificio del siglo XV, con un retablo mayor barroco. En su interior se conserva el panteón de los reyes de Nájera-Pamplona, y capillas y mausoleos de familias nobles donde descansan, entre otros, los restos de Blanca de Navarra y señores de Vizcaya del linaje López de Haro.

Lo que fue albergue de peregrinos del Camino de Santiago, almacén y cuadra durante siglos hasta caer en el abandono, acoge hoy en el ala norte del monasterio las instalaciones de la Escuela de Patrimonio Histórico, la única que ha puesto en marcha el Ministerio de Cultura.

Los sillares de los muros tienen más de 500 años, pero de puertas adentro todo lo demás está recién estrenado, después de años de obras de reconstrucción. Dispone de talleres que aprovechan los techos altos de la antigua construcción, un salón de actos, resultado de una polémica intervención hace 20 años, y hasta residencia para los cursillistas. Todo ello junto al Claustro de los Caballeros, de estilo gótico y plateresco.

Tras el curso centrado en la pintura de Guinea, ha llegado el turno de estudiar la restauración de sargas, una pintura sobre tela que imitaba los valiosos tapices. Para los próximos meses están programados cursos sobre paisajes del vino o arquitectura industrial. "Ofrecemos enseñanza especializada para personas que ya cuentan con una formación, no cursos reglados de restauración", explica Rocío Salas.

La escuela contará con un consejo académico, actualmente en fase de gestación, en el que tendrán presencia los miembros del Patronato de Santa María la Real. En el patronato, creado en 1959, están integradas desde entonces las tres diputaciones vascas. La vizcaína, por ejemplo, aporta anualmente 6.000 euros porque en el monasterio están enterrados los primeros señores de Vizcaya.

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