Agriculturas de la belleza

Cremas y leches elaboradas con plantas ecológicas, aceites esenciales ecológicos, jabones de aceite de oliva, protectores labiales de manteca de cacao, menta ecológica, miel ecológica... El catálogo de productos de Aromas de los Filabres es extenso y su presencia en el mercado también. A partir de una pequeña red que comenzó a tejer por Andalucía hace unos años, la empresa localizada en el pequeño pueblo de la sierra almeriense de Filabres, Tíjola, ha conseguido situarse en ecotiendas, herbolarios y parafarmacias de casi toda España. Y todo gracias a la web, al boca a boca y a la asistencia a ferias del sector. Porque Consuelo Lorente y Marta Font, tía y sobrina, respectivamente, además de socias en una empresa dedicada a la elaboración de esencias y productos de higiene personal y belleza, viven en una de las comarcas almerienses menos conocidas.

Consuelo es ingeniera química e impartió clases en un instituto de Barcelona -"enseñaba un poco de todo: física, química, matemáticas. Hasta inglés"-. Así estuvo más de diez años, hasta que enfermó y tuvo que regresar a Tíjola: "Ya estando aquí le presenté un proyecto para hacer un taller de cosmética natural a la directora del instituto del pueblo. Le interesó y comenzamos a trabajar", recuerda. La idea gustó tanto y tuvo tanta difusión, que Consuelo fue invitada a un congreso nacional de medio ambiente que se celebró en Santander, y "donde la gente empezó a decirme que por qué no le preparaba un jabón o una crema. Entonces pensé que, si tanto atraían los productos que hacía, quizá podría ganarme la vida con ellos", explica la ingeniera. Así que habló con su sobrina, habilitaron la vieja casa familiar para instalar allí el laboratorio, solicitaron el número sanitario y Aromas de los Filabres comenzó a funcionar.

Mientras habla Consuelo va descubriendo algunos de los métodos caseros en los que basa sus esencias naturales: "Para limpiar la piel, lo mejor es coger un tomate, pelarlo, triturarlo y extenderlo por la cara. Al tener el PH ácido, limpia el poro y lo abre. Si luego te aplicas yogur y miel, terminas de limpiar la piel. El yogur es desinfectante y cicatrizante, deja la piel perfecta". Y, así, da un remedio tras otro. A Consuelo le encanta experimentar, "Marta dice que, en cuanto me meto en el laboratorio y me coloco la bata, pierdo la cabeza. Me encanta remover, mezclar y, sobre todo, medir", asegura.

La casualidad quiso que un tío de la ahora cosmetóloga regentara la droguería de Tíjola y le dejara medir y pesar aguarrás o petróleo. "Cosas sencillas que antes se utilizaban mucho en los cortijos. También disfrutaba viendo cómo mezclaba productos para hacer desinfectantes, pintura, lejía... y se ve que me contagió la afición", cuenta. Mezclas, medidas y pasión por las plantas, tres componentes que, años más tarde, se convertirían en una licenciatura en Ingeniería Química, y después, en los jabones y esencias de Aromas de los Filabres.

Hoy Consuelo Lorente sigue trabajando aquel campo al que iba con su padre cuando era pequeña. "En él trato de hacer crecer mis zanahorias, mis tomates... Cultivos ecológicos que hago con estiércol que me da un vecino. Luego, para hacer el compost, yo añado los desechos de la casa. No me salen muchas cosas, pero si me crece una lechuga, soy feliz". Y es que a Consuelo le gusta meter las manos en la tierra sin guantes porque, tal y como se define, "soy agricultora". -