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La esencia de la comedia

El Festival de Peñíscola abre con un debate sobre la risa en el cine

El Festival de Peñíscola sigue sin permitir sacar las chanclas a pasear, una marca de identidad de este certamen que se las da de tan informal que, por ejemplo, proyecta una película de la sección oficial en un cámping situado a cinco kilómetros de la localidad y lo hace en formato DVD. Las chanclas permanecen en el armario porque el mal tiempo, siempre amenazante, no deja que esto sea, de momento, la fiesta que prometía su director, el actor Manuel Tallafé.

Y, a falta de buen tiempo y de chanclas, lo mejor de la jornada de ayer tuvo tintes teóricos. Cuatro actores y un escritor debatieron, en mesa redonda, sobre la comedia como género, una discusión eterna que contrapone la risa al llanto, la alegría a la tristeza, pero que nunca acaba por definirse. Los actores José Manuel Cervino, Marisol Membrillo, Mariana Cordero y Víctor Clavijo, y el escritor y ex director de la Seminci de Valladolid, Juan Carlos Frugone, recordaron que hacer reír es mucho más difícil que hacer llorar, que las comedias casi nunca triunfan en los certámenes cinematográficos y que el gran Cary Grant, el actor de comedia por antonomasia, solo ganó un Oscar en su vida y fue honorífico. Moderó la mesa, con aires televisivos, la periodista y ex actriz María Casanova. Y, de la discusión, salieron detalles interesantes, como que la comedia es "el punto de vista inteligente del drama", en definición de Cervino, o que el secreto de la comedia es "lo que no te esperas", como decía Membrillo. Y que la televisión, "un electrodoméstico", como lo definió Cervino, ha creado la confusión entre el cómico y el actor de comedia, cuando una buena comedia "no consiste en reírse, sino en que el público se ría", como decía Cordero. En fin, un intento por dignificar un género que ha dejado algunos de los momentos más memorables de la historia del cine y que da sentido a un festival como el de Peñíscola. Aunque, a veces, en Peñíscola algunos de los actos programados sean como las películas malas, "que dan risa aunque no tengan intención de hacerlo", en frase de Clavijo referida al cine. Quizá por eso, porque su razón de ser está en la comedia, al festival le falta algo más de la seriedad que se debe exigir a un certamen cinematográfico.

Lo que sí que daba risa, y mucha, fue la película que compitió en la sección oficial ayer. Pese a las particulares condiciones de exhibición, ya expuestas más arriba, Glory to the filmmaker! es un filme que se ve con cara sonriente, sobre todo su primera hora de metraje. En ella, su director, el japonés Takeshi Kitano, realiza una confesión visual en toda regla: se le han acabado las ideas. A partir de esas miserias, Kitano construye una película en la que repasa, con gran sentido del humor, gran parte de los géneros del cine nipón, desde las cintas de yakuzas hasta los filmes intimistas sobre la clase media que hacía Ozu a mediados del siglo pasado, desde las películas de terror que los americanos copian hasta los dramas históricos. Lástima que, a mitad película, a Kitano también se le acaben las ideas para esta y el filme desemboque en un absurdo relato de personajes que parecen sacados de la mítica serie televisiva Humor amarillo, creada por él mismo antes de dedicarse al cine. Pese a esa destarifada segunda parte, la apuesta de Kitano es un buen ejemplo de que, para reírse de algo, lo importante es saber reírse de uno mismo. Y eso es, al fin y al cabo, la esencia de la comedia.

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