_
_
_
_
_

El Guggenheim se abre a David Delfín

El modisto presentará un desfile-acción con los modelos más creativos de su carrera y mostrará al público su proceso de trabajo en paralelo a la exposición 'Cosas del surrealismo'

La primera colección que David Delfín presentó en la Pasarela Cibeles 2002 provocó un escándalo. Las cabezas de las modelos cubiertas por capuchas se identificaron con la represión de los talibanes sobre las mujeres y en las vendas enrolladas en sus cuerpos se vio un acercamiento frívolo a la violencia machista. Recibió críticas de la organización y de parte de la prensa especializada. La polémica creció y el PP y el PSOE llegaron a pedir el boicoteo a la ropa firmada por David Delfín. Un mal comienzo para un debutante, a pesar de que le aportó muchísima publicidad.

En 2002, inspirado por Magritte, cubrió la cabeza de las modelos
Se siente autor de "visiones descolocadas" de las prendas
Bimba Bosé será una de las modelos que intervendrán en el pase
Sus creaciones se han visto en museos y galerías de arte

Delfín no claudicó. Explicó que la presentación de su colección Cour des miracles estaba inspirada en las películas de Luis Buñuel y en la pintura surrealista de René Magritte. Donde algunos habían visto burkas, el modisto había querido reflejar la influencia de la pintura Los amantes (1928), en la que Magritte había pintado a un hombre y una mujer con los rostros cubiertos por una tela.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Delfín (Ronda, 1970) no claudicó. Siguió encontrando en el surrealismo una referencia para sus diseños de moda. La exposición Cosas del surrealismo, en el Museo Guggenheim Bilbao, le servirá de marco para demostrarlo. El próximo 25 de junio descubrirá al público su proceso creativo y al día siguiente transformará el escenario para ofrecer un desfile con sus creaciones más cercanas al lenguaje del surrealismo. Allí estarán su pantalón de tres piernas, el vestido-horca, la corbata que cubre el cuerpo convertida en vestido, o la camisa-narciso, con cuello arriba y abajo: las "visiones descolocadas" de la moda, dice Delfín, "las rarezas" que le acercan, ahora de forma más contenida, al surrealismo y al mundo onírico.

"El pensamiento surrealista forma parte de la naturaleza humana", defiende el modisto. "No podemos renunciar al subconsciente y a los sueños, por eso el surrealismo sigue vigente". En sus diseños entran elementos con un toque surreal en busca de un resultado inquietante. "Las ideas y las emociones son lo primero en mi trabajo. Creamos prendas que, además de tener una función, despiertan la imaginación y provocan distintas interpretaciones".

Admira a Buñuel y a Magritte y adora los diseños de moda de Elsa Schiaparelli, una de las protagonistas de Cosas del surrealismo, una exposición que recoge la influencia de ese movimiento en el diseño. "Los surrealistas trabajaron en contacto unos con otros, y sin prejuicios; desde los puristas que se quedaron en el campo estricto del arte, a los que se abrieron a otros mundos", recuerda. Cosas del surrealismo habla precisamente de la expansión de la estética de este movimiento, impulsado por André Breton en 1924 con sus principios para reinventar el mundo, hacia el diseño. En la exposición se recogen las escenografías creadas por Max Ernst y Joan Miró para ballets, las fotografías de Man Ray para revistas de moda, joyas diseñadas por Salvador Dalí y los fabulosos trajes de Schiaparelli. Y también se demuestra que la estética del surrealismo pronto abandonó sus principios revolucionarios para adaptarse a la sociedad de consumo y avenirse con las exigencias de la publicidad, los medios de comunicación y el diseño.

En las salas del Guggenheim se pueden ver las pinturas de Magritte, pero también el Sofá en forma de los labios de Mae West (1938) y el Teléfono-langosta (1938) que Dalí creó para decorar la casa de campo del mecenas británico Edward James .

Delfín admira esa capacidad de los surrealistas para abrirse a otras disciplinas. En su caso, la moda no limita su campo de acción. En paralelo a sus colecciones de ropa, por ejemplo, ha trabajado en la imagen del Festival de Cine de Málaga, asume proyectos discográficos o la dirección artística de cortometrajes y es el autor del diseño del nuevo modelo de Ford Focus.

En el Guggenheim montará un desfile sin pasarela, que ocupará el escenario del auditorio del Guggenheim con un espectáculo de "imágenes surrealistas". "Más que un desfile será una acción", explica Delfín. "Será una selección de mis trabajos más cercanos al surrealismo para despertar la sensibilidad y la fantasía de la gente".

La performance que prepara Delfín sera una sucesión de "impactos", fogonazos de moda acompañados de música y de una escenografía con la marca de la casa, que formarán un espectáculo de poco más de 30 minutos de duración.

"El desfile, como la acción, es el resultado de una suma, un total en el que todo cuenta", explica Delfín. Su equipo prepara los detalles. No faltará entre los modelos seleccionados para la presentación en el Guggenheim su amiga Bimba Bosé, a punto de presentar su primer disco como cantante.

"El casting es muy importante. Yo no elijo el prototipo de modelos, de más de 1,80, y las características que se imponen en la moda", prosigue. "Busco personas especiales, con chispa. Es algo difícil de explicar con palabras, son modelos con un carácter propio. Muchas veces son amigos, no profesionales de la moda que acaban trabajando en alguna agencia. No es sólo trabajo, acabamos teniendo relaciones muy estrechas".

La presentación de su proceso de trabajo no responderá a un guión previo. Delfín quiere un encuentro directo con las personas interesadas, responder a sus preguntas, aclarar conceptos. "¡Ni siquiera yo mismo sé cómo es mi proceso creativo! Mi trabajo es anárquico; no sigo un patrón y cada colección tiene un camino diferente. Es una pulsión inconsciente", dice. "No voy a dar fórmulas. Contaré mis experiencias en la elaboración de las colecciones como una memoria de nuestro trabajo en los últimos años".

El surrealismo no ha agotado el contacto de Delfín con el arte. Se reconoce más cercano a artistas concretos como Joseph Beuys y Louise Bourgeois (fuente de inspiración de algunas de sus creaciones), que a movimientos y escuelas. Douglas Gordon, Daniele Buetti o Gilliam Wearing, son otros nombres que le interesan, pero se muestra atento a cualquier manifestación artística. "La creatividad se agarra a cualquier superficie o soporte, sea la pintura, la fotografía, el cine o el vídeo. Todos los soportes me interesan", asegura.

Sus proyectos han sido presentados en Reina Sofía, en la galería Soledad Lorenzo y en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga. Su presencia en el Guggenheim en el marco de actividades de la exposición Cosas del surrealismo servirá para realizar una revisión de su trabajo después de una década de actividad, con 14 colecciones puestas en el mercado.

Delfín pertenece a los diseñadores que entiende la moda como una forma de expresión. "La moda puede ser mucho más que algo con una utilidad determinada. Es ropa, pero también una plataforma para mostrar tus inquietudes".

Acepta con reservas que la valoración de la moda no alcance a la de la fotografía, la pintura o el cine, pero le molesta que en el siglo XXI no se acepte como un soporte más de la creatividad. "Yo no estoy inventando nada, muchos diseñadores de moda son considerados artistas". ¿Quiénes? Delfín habla con admiración del belga Martin Margiela y reconoce su interés por el trabajo de Raf Simons, otro belga que sólo diseña colecciones masculinas. "Es moda, pero también es arte", repite. Delfín acaba con una pregunta: "¿Por qué se intenta despojar a la moda de contenido?".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_