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Reportaje:Primer plano

La crisis vacía la despensa

El aumento del paro y el fin del 'boom' inmobiliario pulverizan el superávit

Cuando el vicepresidente económico, Pedro Solbes, presentó los Presupuestos de 2008, atacó duramente al PP porque le habían dejado "vacía la despensa" de las cuentas públicas. En ese momento, septiembre del pasado año, no imaginaba, seguramente, que sus palabras se las iba a llevar por delante el huracán de la crisis. No hay superávit que resista al desempleo, la desaceleración del consumo y el desplome del sector inmobiliario.

Solbes logró realizar el sueño de todo ministro que, como él, había heredado un enorme agujero presupuestario, tras la recesión de principios de los noventa. Cerró el año 2005 con el primer superávit de la democracia y lo ha mantenido tres años más. Una gran lección para los demás ministros europeos. Una ventaja inestimable frente al PP, que jamás lo ha conseguido.

En la situación actual, dice Ocaña, las cuentas públicas son una fortaleza
"Vamos a ser más vulnerables ante la crisis financiera", asegura Montoro

Ahora toca despertar del sueño. "Si se pierde el superávit quiere decir que vamos a ser más vulnerables frente a la crisis financiera internacional", afirma Cristóbal Montoro, predecesor de Solbes y en la actualidad portavoz de Economía del PP. "No estamos en una situación normal de desaceleración, sino que sufrimos sobre todo un choque exterior".

El superávit, que ahora puede quedar pulverizado, se ha logrado gracias a los ingresos pero también a los gastos. En los últimos 10 años, los recursos de las administraciones públicas han ganado 2,71 puntos al PIB y los gastos han perdido 2,81 puntos. Las sucesivas rebajas del IRPF se han visto más que compensadas por los ingresos del boom inmobiliario y la masiva incorporación de inmigrantes al mercado laboral.

La inquietud que se destila en los ambientes económicos no parece haber empapado en las esferas oficiales. El Gobierno cree que mantendrá el superávit al menos hasta 2011. Carlos Ocaña, secretario de Estado de Hacienda, quiere lanzar un mensaje de calma. En la situación actual, dice, no se ven las cuentas públicas "como un problema, sino como una fortaleza". Que no haya un superávit "no significa que no tengamos margen de maniobra".

"Toda la lógica de tener superávit en las etapas expansivas, es para que puedas tener déficit en las recesivas", opina José Luis Feito, director del Departamento de Economía de la CEOE. Pero Feito cree que la política fiscal debería haber aprovechado mejor estos años de bonanza y que, por no haberlo hecho, "tenemos un alto diferencial de inflación y somos más vulnerables a los tipos de interés".

Federico Prades, asesor económico de la Asociación Española de Banca (AEB), también cree que "no pasa nada porque desaparezca el superávit, para eso está, para cuando vengan mal dadas". El barco flota si hay agua, dice como metáfora, "la cuestión es si se gasta bien el dinero". Y ahí es donde viene la crítica con medidas como, por ejemplo, la de los 400 euros, el cheque fiscal que el Gobierno da a los contribuyentes del IRPF para que capeen la crisis. "Estoy en contra de este tipo de medidas discrecionales", señala Prades.

Es una medida "equivocada", coincide Cristóbal Montoro; "un sinsentido", añade José Luis Feito. De hecho, el Gobierno la planteó como una forma de devolver a los contribuyentes del IRPF una parte del superávit que han contribuido a generar. En total, 6.000 millones de euros, casi medio punto del PIB. El problema es que ahora el superávit se ha volatilizado.

Toni Ferrer, secretario de Acción Sindical de UGT, dice que "no es para hacer una fiesta, pero tampoco hay que sacralizar ni el déficit... ni el superávit". Recuerda que España está lejos del nivel de protección social con relación al PIB que tienen los países avanzados, pese a que hemos tenido un crecimiento económico superior. El Pacto de Estabilidad con la UE permite tener un déficit en época de vacas flacas. -

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