¿Qué queda de Al Qaeda?
Si había 100.000 activistas de Al Qaeda en el mundo dispuestos a llevarse por delante a todo avión, tren o turista -según se dijo hasta la extenuación para convencernos de lo beneficioso que era para el libre mercado del petróleo, perdón, para la libertad- y se ha detenido a no más de 1.000, las matemáticas dicen que quedan unos 99.000 en el mundo dispuestos a inmolarse por fastidiar al infiel. Algo no me cuadra: o bien son torpes en extremo y no saben estallar una bombona de camping gas o bien no les funciona Internet y no ven lo que Bin Laden les dice con regularidad pasmosa por YouTube.
A todo esto, Bin Laden lleva 15 años en el mismo sitio en una misma región y la CIA no da con él, cuando todos sabemos que dos guardias civiles y un pastor alemán darían con él al segundo guantazo a un chiquillo por la calle de Kabul.
Por tanto, si nada sucede es porque realmente hemos completado la misión y hemos ganado la guerra. O bien Al Qaeda no existía -como el hombre del saco- y sólo existió la enésima anestesia de la sociedad a la que se maneja con miedo y odio al otro (a los comunistas, a los extranjeros, al Chikilicuatre...).
Lamentablemente, la única realidad es que la CIA es un tour operator más en los vuelos a Guantánamo vía España, el petróleo está un 600% más caro, ningún dirigente está juzgado, Sadam ahorcado sórdidamente y miles de niños/as muertos por bombas inteligentes y militares idiotas.
¿Y los del no a la guerra? Están preocupados porque el cambio climático no se lleve por delante su chalé en la playa. En fin, una maravilla de mundo éste, el del Gran Hermano.
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