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"Necesito ayuda, no puedo seguir sola"

Una anciana con problemas de movilidad pide ingresar en una residencia

Lleva 20 días postrada en el sillón del salón de su casa a consecuencia de un problema de circulación de la sangre en las piernas que le impide cubrir la decena de metros que le separa del aseo. Soledad Cogorro, de 79 años, reclama sin éxito desde el 28 de febrero una plaza en una residencia pública. "Necesito ayuda, no puedo seguir sola en casa", reitera una y otra vez. La octogenaria mujer resalta que su problema se agravará a partir del 1 de julio: "La casera me ha dado de plazo hasta esa fecha para que deje el piso", afirma. "¿Qué será de mí entonces?", se pregunta entre sollozos.

Soledad presentó el pasado 28 de febrero en el servicio territorial de Bienestar Social la petición de ingresar en una residencia. "Desde entonces, no he recibido ninguna respuesta por el escrito", asevera. "A las dos semanas vinieron dos chicas de los servicios sociales y me dijeron que probablemente habría una plaza en Torrevieja", añade. "Allí, verbalmente, me han dicho que hasta dentro de unos meses, medio año... o quizás un año no habrá plazas", explica.

La anciana sufrió una recaída el pasado 5 de mayo. "Fui al servicio, y al acabar de hacer mis necesidades noté que no podía levantarme. Pedí ayuda. Me oyeron los vecinos y tuve que ser rescatada por los bomberos", relata. Fruto de ese episodio estuvo internada en el Hospital General de Alicante entre las 18.44 y 22.00, según recoge el parte médico. Los facultativos señalaron que Soledad sufre un problema de inmovilidad por insuficiencia venosa que requiere de atención permanente. El parte refleja que se trata de una mujer de "salud frágil" y urge su ingreso en una residencia.

Desde el 5 de mayo, Soledad vive atada al sofá, y con el teléfono a mano para llamar a Estela o al farmacéutico. Estela es la chica que le limpia la casa durante una hora al día y, en las últimas semanas, la acompaña al aseo para ducharla y cambiarle los pañales. "Me lo hago todo encima", dice. Y el farmacéutico es el depositario de las llaves del piso. "No puedo ni ir hasta la puerta para abrir", concluye. La anciana rehusó ser fotografiada. "Sólo quiero denunciar mi caso", afirmó.

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