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La colonia Bausili de la Zona Franca no quiere desaparecer

Los vecinos piden que se cataloguen las viviendas, construidas en 1920

Blanca Cia

Están escondidas detrás de una gasolinera al final del paseo de la Zona Franca, junto a un gran solar libre y expedito para construir. Son un particular grupo de 11 casitas alineadas y pintadas de color amarillo, con una vivienda en la planta y otra arriba unidas por una escalera exterior, y algo parecido a un patio comunitario. Forman la colonia Bausili, en terrenos de lo que será el barrio de la Marina, formalmente del Prat Vermell. Los vecinos se resisten a que desaparezca la colonia y piden al Ayuntamiento de Barcelona que catalogue las casas o las compre, lo que sea con tal que no vayan al suelo.

Sus habitantes viven de alquiler en una colonia que está en venta

"Es lo único que queda de lo que fue la antigua industria de la zona de la Marina del Port, reconvertida en viviendas más o menos en los años veinte del siglo pasado. Hay que hacer un esfuerzo para salvar esa pequeña parte de memoria", explica Oriol Granados, presidente del Centro de Estudios de Montjuïc. Granados está ayudando a los vecinos más activos de la colonia, que intentan, de momento sin éxito, que se salve de la piqueta el grupo de viviendas.

El Prat Nou y el Prat Vermell eran dos industrias de estampados de la Zona Franca que dedicaron grandes extensiones de tierra a prados donde se secaban los tejidos. Algunas de esas industrias iniciaron su actividad en el siglo XVIII, aunque la mayoría lo hizo en el XIX.

La colonia Bausili, propiedad de la familia del mismo nombre, se creó convirtiendo el Prat Nou en viviendas ocupadas por trabajadores. Las casas son de una sola planta y de tamaño medio (entre 79 y 75 metros cuadrados); las de planta baja tienen, además, un pequeño patio detrás. Frente a las casas, al otro lado de la zona comunitaria, todavía queda algún resto de los lavaderos, "que eran de los pisos superiores porque no tenían patio", recuerda Martí Gallardo, uno de los vecinos enfrascados en intentar salvar la colonia.

Si desapareciera la gasolinera que tapa el grupo de viviendas y los edificios que dan al paseo de la Zona Franca, se vería que hay un desnivel importante. "La explicación es que esto eran los prados y lo que ahora es el paseo era el antiguo camino. Nosotros le llamábamos el paseo de la cloaca", recuerda Gallardo, que llegó muy joven a la colonia: "Mi mujer nació aquí. Eran épocas, allá por los cuarenta, en que hubo grandes inundaciones y el agua y la porquería llegaban a un metro de altura". De las primeras décadas del siglo pasado fueron también otros barrios viejos, como Can Tunis y Santiveri. Y las llamadas Casas Baratas, que desaparecieron en la década de los ochenta para dar lugar al barrio de Eduard Aunós, a un paso de la colonia Bausili.

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Del grupo de 11 casitas de la colonia, cinco o seis ya están tapiadas. "A medida que los inquilinos se han ido marchando, se han cerrado. Ahora quedamos unas 40 personas, cuando aquí el censo llegó a ser de 140", explica Gallardo. Todos son inquilinos y la mayoría pagan una renta antigua; es decir, baja. Los herederos de los Bausili han puesto en venta toda la colonia. No parece un solar en el que se puedan hacer muchas cosas: no tiene mucho más allá de 20 metros de profundidad y está entre el paseo de la Zona Franca y un gran terreno. Ese solar, vallado con los letreros de la inmobiliaria Hábitat, debía dar lugar a una de las primeras promociones del nuevo barrio de la Marina. "Lo dejaron todo dispuesto como para empezar a trabajar, pero ahora dicen que ha vuelto a cambiar de manos", añade el vecino. Las casitas de la colonia están bien conservadas. Los tejados y las cubiertas, así como los desagües, se cambiaron hace cinco o seis años. Y lo que resulta más encantador es el aire de pueblo que se respira en la pequeña colonia.

Silencio administrativo

Tener que cambiar de vivienda cuando se pasa de los 70 años les inquieta: "Nos han dicho que nos realojarán en el mismo barrio cuando se haga el nuevo, pero nosotros creemos que podríamos acabar nuestros días aquí, y que luego dediquen las casitas a equipamientos para el nuevo barrio o a lo que quieran, porque tienen historia", insiste Martí Gallardo, la voz cantante de la colonia Bausili.

Han expuesto sus deseos en el distrito y también lo han planteado a otros técnicos de urbanismo. "Si en el Poblenou decidieron poner a salvo parte de la memoria industrial, no estaría mal que aquí salvaran lo único que queda", tercia Oriol Granados, del Centro de Estudios de Montjuïc. De momento, no les hacen caso. El Ayuntamiento no ha querido dar su versión del asunto a este periódico.

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Sobre la firma

Blanca Cia
Redactora de la edición de EL PAÍS de Cataluña, en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en diferentes secciones, entre ellas información judicial, local, cultural y política. Licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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