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Tribuna:laboratorio de ideas
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África emerge

El siglo XXI ha abierto muchísimos escenarios en todos los terrenos. Y debemos ser conscientes de ello y reaccionar en consecuencia si no queremos quedarnos al margen de las grandes tendencias que, por definición, se están plasmando en términos planetarios.

En términos geoestratégicos, hemos pasado de un mundo bipolar, basado en el equilibrio del terror, a un mundo incierto, aunque igual de inseguro, y además, de amenazas asimétricas: el terrorismo internacional de matriz islamista radical y los estados potencialmente susceptibles de generar la nuclearización de la yihad, como Irán o, si Occidente sale derrotado de Afganistán, Pakistán, auténtico eslabón débil de la defensa de nuestra seguridad colectiva, en el ámbito global. Hablamos de amenazas novedosas: no necesitan pretextos. Su motivación es genérica, ya que odian nuestro sistema de valores y quieren destruirlo. Y pueden utilizar cualquier medio (mochilas en los trenes o aviones comerciales). Necesitamos, pues, una clara determinación en la defensa de nuestro modo de vida, basado en la igualdad y en la libertad.

Las potencias coloniales europeas se fueron con la descolonización. Es hora, de la mano de la libertad económica, de volver a África

En términos sociales, el gran tema es el de los inmensos flujos migratorios, en busca de la prosperidad. Y que tienen mucho que ver con la globalización y con algo de lo que tenemos que ser muy conscientes: la información. Gracias a las nuevas tecnologías, fluye en tiempo real, y cualquier cosa que pase en cualquier rincón del planeta, inmediatamente es conocido por todos. Y eso es bueno. Pero implica que todos saben dónde se ubican las oportunidades de mejorar sus condiciones de vida. Y, por consiguiente, buscarlas. Y lo hacen los mejores. Es decir, aquellos que están dispuestos a asumir riesgos.

En términos económicos, la globalización nos está mostrando algo evidente: el centro de gravedad del planeta se está ubicando, clara e irreversiblemente, en el Pacífico y en el Índico. Y, lo que, en términos convencionales, llamamos Occidente pierde peso, y las llamadas economías emergentes van irrumpiendo en el escenario internacional de manera cada vez más obvia e indiscutible.

Y hoy ya no hace falta insistir en que Asia es, ya, el continente de este siglo. China e India, sin duda. Pero también conviene no olvidar dos realidades más: una, los países Asean y, en particular, Indonesia y Vietnam (dejo aparte, los tigres, como Corea del Sur, Taiwan o Singapur). Y otra, las antiguas repúblicas soviéticas del centro de Asia y, en particular, por su especial valor estratégico, Kazajstán y Uzbekistán. Y no hablo sólo de su especial ubicación geográfica como nexo entre Oriente y Occidente, o de su papel futuro, pero ya a corto plazo, como grandes reservas energéticas o de recursos minerales, sino como referente de equilibrio en el nuevo escenario internacional basado en una nueva multipolaridad.

Es evidente, también, que otras zonas, como América Latina, emergen. Y que parece que Chávez está haciéndonos, a los que creemos en la libertad y en el mercado, un gran favor a la hora de vacunar del virus populista al conjunto del continente. Hoy vemos cómo Brasil, gracias a una política económica ortodoxa, va bien (¡qué suerte que Lula no sea Chávez!), que México también, y que otros países del área siguen esa senda, aunque, lamentablemente, otros no.

Pero, por primera vez, otro continente despierta. Y lo que ha sido, hasta hace muy poco, el gran agujero negro de la economía mundial, es decir, África, hoy emerge.

Evidentemente, no de forma homogénea. Hay una África que crece y va consiguiendo que sus poblaciones vayan saliendo de la miseria y otra África con pobreza endémica y encerrada en el círculo vicioso del crecimiento demográfico y las pandemias. Y, además, vemos, demasiado a menudo, cómo países aparentemente estables, como Kenia, reflejan que, al menor conflicto político, las profundas confrontaciones que todavía existen, de naturaleza tribal o atávica, aparecen con brutal evidencia. Y que países como Níger o el Chad están bajo mínimos.

Durante mucho tiempo, el sometimiento colonial (que buscaba, no el desarrollo de las colonias, sino materias primas, mano de obra barata y posicionamiento geoestratégico) impidió la salida de la pobreza. Con la descolonización y la independencia, África, en general, se incorporó a una doble tendencia: en lo político hacia el partido único. En lo económico, hacia la planificación y la estatización. Es decir, dictaduras, con economías controladas desde el poder. Y el fracaso ha sido evidente. Es cierto que hubo excepciones, como Marruecos, hoy bien posicionado con vistas al futuro, pero África ha sido la gran asignatura pendiente de la economía mundial y un desafío para nuestras conciencias.

Pero, en cualquier caso, las cosas, en general, están cambiando. Mucho y para bien. Y gracias a la progresiva pero imparable consolidación de economías de mercado, de seguridad jurídica y de estabilidad política, requisitos indispensables para el progreso.

Y, por todo ello, hoy podemos hablar de grandes oportunidades. Y de países claramente emergentes y con un gran futuro, como Marruecos, Túnez, Egipto, Senegal, Botsuana, Namibia, Suráfrica, Mozambique o, evidentemente, Angola. Y otros, como Sudán, si solucionan sus conflictos atávicos.

Pero el mensaje es evidente: miremos seriamente al continente africano. Sólo China, que paga el petróleo y las materias primas con grandes inversiones en infraestructura y vivienda, ya invierte más en el continente africano que toda la Unión Europea. India sigue la senda china con clara determinación. Y Estados Unidos sabe que hay países africanos vitales para la estabilidad del mundo y para sus intereses y actúa en consecuencia. Las antiguas potencias coloniales europeas se fueron con la descolonización. Es hora, de la mano de la libertad económica, de volver. Sería la mejor contribución a esta África emergente. Y también para nuestros intereses. No olvidemos el origen de los flujos migratorios y seamos coherentes. -

Josep Piqué es economista y ex ministro.

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