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Entrevista:Feria del Libro de Guadalajara | Entrevista

Escrito a cuchillo

Javier Rodríguez Marcos

Siempre quise escribir como si no fuera a estar cuando publicaran lo escrito. Escribir como si fuera a morirme y ya no hubiera jueces. Aunque es posible que sea una ilusión creer que el advenimiento de la verdad depende de la muerte". Así comienza La ocupación, el relato en el que Annie Ernaux se sumergió después de pasar una temporada radical de celos. Cuando el hombre al que ella había abandonado le anuncia que va con otra mujer, la escritora comienza a vivir en una obsesión -"quería tenerlo otra vez"- que, pasado el tiempo, dio lugar a ese libro, recién publicado en España por Herce, un sello que acaba de estrenarse.

Ernaux insiste en que La ocupación no es ni una novela ni una catarsis: "He modificado las iniciales de los protagonistas, pero he querido ir hasta el fondo de los celos que me ocuparon durante meses. Tampoco es una catarsis sino un deseo de análisis, de elucidar un estado que es a la vez muy rico y muy doloroso". En el libro llega incluso a sostener que, en muchos aspectos, escribir es tener celos de la realidad: "Sí, porque los celos te colocan en un estado en el que todo se convierte en indicio de algo: 'Ah, si él ha dicho esto es que quiere decir que...'. Todo cobra sentido, todo es una señal. Cuando escribes te pasa lo mismo, tratas de atrapar el sentido de la realidad yendo hasta el fondo, agotando todas las posibilidades".

"Me interesa escribir para hacer visibles las cosas, no para embellecerlas. Y a cierta distancia, sin juzgar"

Sentada en un sofá del viejo despacho de Claude Gallimard, su editorial de siempre, Annie Ernaux espera una llamada. La ocupación acaba de ser adaptado al cine en Francia y ella está pendiente de que le enseñen el montaje definitivo de la película. Los directores, Pierre Trividic y Patrick Mario Bernard, han declarado que, más que una adaptación, se trata de un diálogo con el libro, y la propia autora lo confirma. De hecho, la versión cinematográfica, que se estrenará el próximo otoño, no conserva el título original: "En Francia remite inmediatamente a la ocupación alemana, está demasiado cargado de connotaciones históricas". Protagonizado por Dominique Blanc (que fue Isabelle Rimbaud en Eclipse total, la película de Agnieszka Holland en la que Leonardo DiCaprio encarnaba al poeta francés), el filme se titulará Salope (cabrona).

Pese a todo, ella no tuvo ninguna duda respecto a la hora de titular el libro: "El título se me impuso. Era realmente la palabra que correspondía al hecho de estar ocupada por la imagen de otra mujer. Tenía la cabeza ocupada por ella. Además, funciona en otro sentido: a causa de esa obsesión estaba en un estado de ocupación y de alerta permanente. Es algo más que curiosidad. Es estar constantemente preguntándote quién es, qué hace, dónde vive... Bueno, eso ya lo sabía". Efectivamente, el libro también puede leerse como una investigación en la que, con tal de dar con una pista nueva, la narradora no duda en caer tan bajo como haga falta.

Nacida hace 68 años en Lillebonne, una aldea de Normandía, y en el seno de una familia obrera, Annie Ernaux publicó el primero de sus dieciséis libros en 1974. Se titulaba Los armarios vacíos y la editorial barcelonesa Galba, ya desaparecida, lo tradujo en España dos años después. La novela cuenta el aborto de una muchacha de veinte años en su habitación de una residencia universitaria, un argumento que cayó como una bomba en el entorno de la escritora. Por supuesto, nadie que la conociera personalmente la leyó como una obra de ficción: "Mi madre siempre quiso que fuera escritora. Pensaba que mi progreso en la sociedad vendría por el lado de la cultura. Tanto ella como mi padre estaban orgullosos de que yo perteneciera al mundo que los había desdeñado. Pero al hablar de escribir, mi madre pensaba en las novelas románticas, y al leer mi primer libro se encontró con aquello".

Los armarios vacíos era, pese a todo, una novela. Con todo, años más tarde, la escritora narraría en El acontecimiento (Tusquets) la experiencia de su propio aborto. Como todos sus libros, está escrito a cuchillo, con una crudeza que va más allá de la literatura, sin grasa retórica y sin adornos. Aunque ya se ha convertido en un lugar común hablar de la escritura plana de Annie Ernaux, ella matiza: "No estoy segura de que lo sea tanto. Lo que sí es una escritura desprovista de efectismos". Lo mismo vale para sus títulos, directos, cortos, meramente enunciativos: "Me desagradan los títulos simbolistas o que de partida evocan algo y ponen al lector en un estado de ánimo determinado. No me gustan los que imponen de entrada una lectura. Sólo me reprocho dos títulos: Ce qu'ils disent ou rien y La femme gelée. Me los impuso la editorial". Son, respectivamente, su segunda y su tercera novela.

En el fondo, cabría decir que la Ernaux actual nació en 1984, con su cuarta obra publicada. Ese año apareció El lugar (Tusquets), que cuenta "el desgarro social" que le supuso pasar "de la clase dominada a la dominante". Poco después de que ella aprobara las oposiciones a profesora de instituto moría su padre, antiguo obrero convertido en dueño de un pequeño café-colmado en un pueblo normando. El resultado es un libro "escrito porque no teníamos ya nada que decirnos" en el que la escritora rastrea la vida de su padre al tiempo que se interroga sobre la manera de contar esa vida sin embellecer su dureza, sin bucolismo ni populismo.

"Me interesa la escritura para hacer visibles las cosas, no para embellecerlas", afirma. "Y me interesa también mantener cierta distancia, sin imponer una visión sentimental, sin juzgar. Como se decía en el propio libro, nada de poesía del recuerdo. Pensé: evocaré los hechos tal cual. Después de mucho esfuerzo, de escribir mucho y de tachar mucho di con esa forma llana, natural". La misma "que empleaba en otro tiempo para escribir a mis padres y contarles las noticias más importantes", se lee en El lugar, una obra que obtuvo el Premio Renaudot, que conoció multitud de traducciones y que colocó a Annie Ernaux entre los narradores franceses de mayor prestigio de su generación.

El lugar supuso el abandono de la ficción por parte de la escritora, que se volcó en una escritura en primera persona que incluye el diario, el relato de experiencias personales muy concretas vividas en momentos muy concretos y la reflexión sobre su pasado y el de los suyos. Así, después de la muerte de su madre publicó Une femme, el equivalente femenino de El lugar, todavía no traducido en España. Y años más tarde, La vergüenza (Tusquets), la historia de su familia a partir de una tarde en la que, cuando ella tenía 12 años, su padre quiso matar a su madre.

Pese a cultivar una literatura centrada claramente en sí misma, Ernaux sostiene que, más que autobiografía, lo suyo es "auto-socio-biografía". "Soy una etnóloga de mí misma. ¿Que cuento intimidades? Lo íntimo siempre es algo social. Es inconcebible un yo puro en el que los otros, las leyes, la historia, no estuvieran presentes. El relato del aborto clandestino que cuento en El acontecimiento hubiera sido distinto con una ley y una sociedad distintas. No me considero un ser único y singular sino el resultado de una suma de experiencias y determinaciones sociales, históricas y hasta sexuales".

Las mesas de novedades de las librerías de París están tapizadas con la nueva obra de Annie Ernaux, Les années, un libro que recorre la historia de Francia a partir de imágenes y fragmentos acompañados de narración y reflexión. El anterior era una suerte de diario escrito a cuatro manos con su pareja, Marc Marie, partiendo esta vez de fotografías (incluidas en el libro) tomadas en los lugares en los que habían mantenido relaciones sexuales. Al final el libro se convirtió también en la crónica de la curación del cáncer que sufría la escritora.

Profesora durante décadas, la narradora considera que ese trabajo le dio libertad total para escribir: "Fue una barrera contra el autismo del escritor". ¿Sus alumnos leían sus libros? "Sólo di clases en la enseñanza normal durante diez años. Luego pasé a la enseñanza a distancia, pero sí, tuve alumnos que habían leído mis libros, al menos los dos primeros. Les divertía tener una profesora que escribía, nada más. Poco después de haber publicado mi primera novela, recuerdo haber atravesado el patio durante el recreo y escuchar a unas chicas que decían: 'En su libro hay cosas realmente asquerosas".

La ocupación. Annie Ernaux. Traducción de María Teresa Gallego Urrutia. Herce. Madrid, 2008. 96 páginas. 12 euros

Vida de todos en primera persona

El lugar (Tusquets). Una indagación, a medio camino entre lo personal y lo colectivo, sobre el lugar en la sociedad del padre de Annie Ernaux, un obrero reconvertido en pequeño hostelero. Y una reflexión sobre el hecho de escribir de parte de eso que Pierre Bourdieu, autor de referencia para Ernaux, llamaba "los herederos". Con 44 años, Ernaux publicó el libro que, después de tres novelas, marcó su abandono de la ficción y cambió su manera de escribir.

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Sobre la firma

Javier Rodríguez Marcos
Es subdirector de Opinión. Fue jefe de sección de 'Babelia', suplemento cultural de EL PAÍS. Antes trabajó en 'ABC'. Licenciado en Filología, es autor de la crónica 'Un torpe en un terremoto' y premio Ojo Crítico de Poesía por el libro 'Frágil'. También comisarió para el Museo Reina Sofía la exposición 'Minimalismos: un signo de los tiempos'.

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