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Reportaje:

Un plan para una nueva vida

Los reclusos de Teixeiro vitorean a un Quintana que les dice "viva la libertad"

Fue una breve y protocolaria visita tras las rejas que acabó entre gritos de "viva la libertad" y ovaciones, aunque eso sí, sin excesivo acercamiento. En el frío y enladrillado salón de actos de la cárcel coruñesa de Teixeiro, unos 70 presos brindaron ayer un entusiasta recibimiento al vicepresidente de la Xunta, Anxo Quintana, quien entró y salió del recinto vitoreado como si de una estrella de rock se tratase.

El motivo de la breve estancia del político en prisión era un constrictivo acto para conocer el programa que desarrolla en este centro desde hace un año Instituciones Penitenciarias y la Vicepresidencia da Igualdade e do Benestar Social con el fin de facilitar la reinserción de reclusos menores de 30 años a los que les queda menos de año y medio para recobrar la libertad. Pero quizás sorprendido por el calor de los aplausos y saludos cosechados, el dirigente nacionalista decidió obviar el protocolario discurso que llevaba preparado y se limitó, en su breve oratoria, a enfatizar su deseo de ayudar, desde el Gobierno gallego, a "quien quiera iniciar otra vida" al salir de prisión. Y animó a los internos a "soñar con un futuro mejor, que debe ser en libertad". "No hay nada más bonito, viva la libertad", clamó desde la tribuna Quintana.

El director de la prisión detalló las ventajas del plan 'Nelson Mandela'
La secretaria de Benestar les habló de "decidir" sobre su propia vida

Fue el único momento en el que se saltó el guión de un acto excesivamente formal y organizado para un auditorio de traje y chaqueta que no era obviamente el que ayer esperaba, tras las rejas, al vicepresidente. Detrás de un atril plantado en un escenario decorado con una enorme pancarta con el logotipo oficial de Vicepresidencia da Xunta de Galicia, abrieron la ronda de discursos el director de la cárcel, Antonio Vázquez, quien mentó las ventajas de este programa, bautizado Nelson Mandela. A través de cursos y talleres de formación laboral e inserción social, incluida una aula de informática en un lugar donde Internet está prohibido, se pretende preparar a los jóvenes reclusos con buen comportamiento en la cárcel para salir de ella "mejores que cuando entraron".

Ajena a cierto alboroto y desinterés de un público que se tomó la visita del vicepresidente con ambiente de recreo excepcional, la secretaria xeral do Benestar, María Xesús Lago, optó por una retórica mucho más formalista y burocrática para ensalzar las virtudes de este programa. Un discurso escrito que la dirigente leyó de un tirón, salvo cuando llegó el momento de reclamar, también para la población reclusa, una reivindicación propia del BNG, "la autodeterminación, el derecho de cada uno a decidir sobre su vida" y cómo llevarla adelante. Entonces y tras un sonoro "bos días", intervino Quintana, quien obviamente, según dijo, no entró ayer en la cárcel en busca de réditos electorales, más bien escasos entre una población "que en su mayoría no tiene derecho a voto", sino para demostrar que "la política no sólo sirve para recaudar sufragios".

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No hubo tiempo para más consideraciones. Flanqueado por altos cargos de su departamento y los directivos de la cárcel, además de un nutrido grupo de periodistas, el vicepresidente abandonó apresuradamente el lugar sin apenas pararse a saludar a hombres y mujeres que se quedaron con las ganas de estrecharle la mano. Además de los 27 presos de Teixeiro que participan en ese programa "de preparación para la libertad", acudieron otros reclusos deseosos de hacer peticiones al representante del poder político. "Pero no pudo ser, no podía atenderme", se lamentaba una interna, la única que logró hablar unos segundos con Quintana.

La visita institucional, no obstante, dio pie a saltar por una vez las restrictivas normas del centro penintenciario. Algunos presos, tras la marcha del vicepresidente, sí se explayaron ante las cámaras y microfónos de los periodistas. El joven ganés Samuel explicó sus ansias de "empezar una nueva vida honradamente". Daniel, de 21 años y sorprendido que su modesta "opinión personal sirva para salir en televisión", contó su gran ilusión con esos cursos de la cárcel que le hacen más llevaderos los más de 20 meses que le quedan de condena tras las rejas. Todo lo contrario de su compañero italiano, molesto por "las bromas y ambiente poco serio" de sus colegas de la cárcel. "Yo prefiero la gente mayor, y espero cambiar pronto de módulo", afirmó.

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