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Columna
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Mauella

Uno de los paisajes más hermosos a los que he viajado se encuentra a apenas diez kilómetros de Valencia y leo que está a punto de desaparecer. Es una parte de la huerta que, según las toponimias, se llama Mauella o Mahuella y está bajo la jurisdicción del Ayuntamiento de Valencia.

Utilizo el verbo viajar con toda la intención. Pese a ser una pedanía de la ciudad de Valencia, a Mauella hay que ir. Mauella es un lugar que hay que buscar, porque no es un sitio de paso, sino un espacio suspendido en el tiempo y ubicado en un paisaje absolutamente único. Un paisaje que se nos va, o que nos quitan. Después de una curva de la carretera rural que va de Meliana a Albuixech, nada más pasar las hermosas alquerías de Teuladella, leí, por primera vez, su nombre en un rótulo. Era una mañana de verano y fue un pequeño descubrimiento, de esos que uno atesora para disfrutar de vez en cuando y compartir con los amigos. Luego busqué en la enciclopedia y me enteré de que había sido una alquería musulmana, que Jaume I donó a uno de los suyos y que pasó por manos de la Iglesia y de la nobleza hasta que, a finales del XIX, se anexionó a la ciudad de Valencia. Hasta ayer.

Ahora la huerta de Mauella se ha convertido en uno de los espacios codiciados para construir viviendas tras su reclasificación en el nuevo Plan General de Ordenación Urbana de Valencia que promueve la alcaldesa, Rita Barberá. El proyecto es levantar ahí 629 viviendas de las 25.000 que en total pretende autorizar en las nuevas zonas urbanizables de la huerta. La noticia me llena de estupor. No es un asombro político, racional se supone. De esos, uno, a fuerza de tanto escándalo, empieza a estar curado. 25.000 viviendas en cuatro millones de metros cuadrados a urbanizar es una cifra que, por desorbitada, parece irreal. La estupefacción nos la impone la pequeña escala, ¡más de 600 viviendas en Mauella! Es una sorpresa que puede ser tildada de infantil, como la del niño al que le han privado no ya de un juguete, sino de un juego, de un trozo de felicidad que no comprende que se le arrebate. Para nosotros, los que descubrimos Mauella ya de mayores, es decir, desde fuera, lo que se nos quita no es ya un paisaje, sino una forma de mirar, la emoción de descubrir un paisaje a escala humana, que tenemos al lado nuestro y que solo podemos apreciar andando, paseando en bicicleta y si acaso hubiera que llegar en automóvil, yendo muy, muy despacio.

Es cierto que a los muy urbanitas el campo nos resulta algo perturbador. Nos llena el cuerpo de sensaciones a los que no estamos acostumbrados: olores de plantas y de tierras, la amplitud del espacio y el sonido del silencio. La memoria también nos puede jugar malas pasadas y por eso decido contrastar mis recuerdos del lugar con los datos e indago en la estadística municipal. Las cifras son sencillas. Mauella tiene en la actualidad 59 viviendas. Veintinueve fueron construidas en el siglo XIX; diecisiete, antes de 1920; diez entre esa fecha y 1940. En las dos décadas posteriores solo se levantaron tres nuevas viviendas. Desde entonces, no consta que se haya edificado ninguna nueva vivienda. En la pedanía viven 60 personas, 32 hombres y 28 mujeres, según los datos de 2007. Tienen casi todas las edades, desde dos menores de cuatro años, hasta cinco abuelos que superan los 84.

La ciudad de Valencia tiene 125.000 viviendas sin habitar y la alcaldesa pretende autorizar la construcción de 25.000 más, de ellas 625 en Mauella. El paisaje de Mauella nos habla, las cifras del Ayuntamiento chillan.

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