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Reportaje:

La buena salud de un símbolo

El análisis del acero ve "satisfactoria" la conservación del 'Peine del Viento'

Más de 30 años soportando la intemperie y el batir de las olas en la orilla de la bahía de La Concha no han afectado al Peine del Viento. El acero que eligió Eduardo Chillida para fundir las tres piezas que componen la obra no se ha resentido; la capa de óxido que lo recubre ha sido su mejor protección frente a la agresión del salitre. La excelente salud del Peine del Viento se ha certificado tras el análisis que ha realizado el centro tecnológico Inasmet-Tecnalia, de San Sebastián. "El estado de conservación de la escultura es satisfactorio", afirma el ingeniero Ángel Mari Irisarri, responsable del equipo que ha estudiado el acero del Peine. "La integridad de la escultura está garantizada y no requiere ninguna acción protectora de manera inmediata".

Los técnicos recomiendan que se repita el estudio dentro de 30 años

El chequeo de la escultura comenzó el pasado mes de enero con la toma de muestras para realizar los análisis del acero. Una pequeña superficie, un rectángulo de unos seis centímetros cuadrados situado en el interior de una de las piezas, fue pulida hasta quedar como un espejo. Se recogió el óxido y se tomó sobre trozo de celulosa una impresión de la estructura micrográfica del metal liberado de la capa de dañada por la corrosión.

El Peine no mostraba síntomas de alarma, pero como medida preventiva se pusieron en marcha los métodos que los técnicos de Inasmet-Tecnalia aplican en la industria para saber con precisión en qué condiciones se encuentra el metal de la escultura, creada con barras de acero macizo. "Son procesos no destructivos", explica Irisarri. Diez días después de tomadas las muestras, el óxido volvía cubrir el trocito de superficie que se había pulido y la huella era casi imperceptible.

Las muestras se han estudiado a fondo en Inasmet, con técnicas que incluyen el análisis con microscopios electrónicos. La capa de óxido que recubre las piezas, de unos ocho milímetros de espesor, ha sido su mejor protección.

"Al formar una película continua, el óxido no se desprende y se convierte en una capa que protege al acero del salitre del agua del mar y de las inclemencias meteorológicas", añade Irisarri.

El microscopio determinó que los cloruros procedentes del agua del mar apenas han logrado avanzar más allá del nivel superficial, sin llegar a tocar el acero. Las pequeñas lagunas descubiertas en la capa de óxido no constituyen, según los técnicos, una vía para que avance la corrosión hacia el corazón de la escultura de Chillida.

A favor de la buena conservación del metal juega la abundante lluvia del clima norteño. El agua dulce, libre de la contaminación por azufre propia de zonas industriales, limpia la superficie de los restos de sal que depositan las olas, y reduce la corrosión de forma natural. Pero el estudio ha confirmado que el mérito de la buena conservación del Peine está en el acierto al elegir el tipo de acero. En la fábrica de Patricio Echeverría, en Legazpia, Chillida empleo hierro con una baja proporción de carbono (un 0,068%) y diferentes cantidades de cobre, níquel, cromo y fósforo.

Gracias a la escasez de carbono, el acero pudo ser curvado hasta alcanzar las formas que el escultor buscaba; al resto de los componentes le debe la aleación una protección especial contra la oxidación. Es un acero "con resistencia mejorada a la corrosión atmósferica", un acero reco, en términos técnicos, capaz de soportar, como ha demostrado después de 30 años, la agresividad del ambiente marino. Irisarri no resiste la tentación de comentar también los méritos estéticos del acero elegido en su día por el escultor donostiarra: "La tonalidad rojiza que ha adquirido encaja perfectamente en el entorno".

También en cuestión de materiales, se impone la prevención: Irisarri recomienda una nueva inspección del Peine del Viento dentro de 30 años para poder evaluar el avance de la corrosión. Su experiencia le permite pronosticar que la oxidación de la superficie se irá ralentizando conforme la capa de óxido sea más gruesa. Pero es sólo una hipótesis, advierte, que habrá que comprobar con estudios futuros. Mientras tanto, las muestras tomadas en enero serán conservadas en Inasmet-Tecnalia, a disposición de quien esté interesado en ampliar la investigación sin necesidad de volver a tocar la escultura.

De la industria al arte

El estudio sobre el Peine del Viento abrirá el próximo día 29 las quintas Jornadas Internacionales de Materialografía, que ha organizado Inasmet-Tecnalia. Será un encuentro para especialistas en materiales, en su mayoría ingenieros, volcados en buscar soluciones técnicas para la industria. Su trabajo está conectado con las grandes siderúrgicas, las plantas químicas o la producción de energía, pero sus hallazgos sirven también en otros campos. Las técnicas empleadas para evaluar la conservación, por ejemplo, de calderas o tuberías de la industría petroquímica han servido para chequear el estado del acero de la obra de Chillida. La escultura tuvo que ser tratada con cuidado para extraer las muestras sin dañar su integridad; las calderas requieren similares cuidados para prolongar sus años de servicio sin correr riesgos.

Las jornadas, que se prolongarán dos días en San Sebastián, mirarán a otros campos situados fuera de la industria. En una sesión dedicada a los materiales férreos se presentarán dos ponencias relacionadas con la arqueología.

Especialistas de las universidades del País Vasco y La Rioja hablarán de los clavos de acero hallados en una excavación. Los ingenieros de Inasmet-Tecnalia han colaborado con la Sociedad de Ciencias Aranzadi para aplicar las técnicas de analisis metalúrgicas en materiales arqueológicos.

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