Educar con petrodólares
Qatar quiere convertirse en el polo formativo de Oriente Próximo
Con la renta por habitante más alta del mundo, en fluctuante disputa con Luxemburgo y Noruega, y con un crecimiento económico medio en los últimos años por encima del 10%, Qatar nada en la abundancia de su gas natural y su petróleo a más de 120 dólares el barril. En esta época del año, a mediodía lo habitual es que la temperatura ronde los 45 grados. Parece imposible que un ser humano pueda soportar más de 15 segundos al sol. Sin embargo, cientos de miles de inmigrantes asiáticos -pertrechados con gafas negras y con todo su cuerpo cubierto, cara incluida, para soportar ese clima abrasivo- se afanan a diario por construir este país surgido de la nada. Son 600.000 personas, sobre todo de la India, Pakistán y Filipinas, en un país que tiene casi 800.000 habitantes en total.
Seis prestigiosas universidades estadounidenses se instalan en el país
Muchos de ellos son víctimas del tráfico de seres humanos realizado por empresarios sin escrúpulos, bajo cuya tutela legal se encuentran. Un problema que el Gobierno qatarí intenta atajar con nuevas leyes. Esos inmigrantes son quienes hacen crecer decenas de rascacielos vanguardistas en Doha, la capital, que compite con Madrid por albergar los Juegos Olímpicos de 2016 y cuenta con el CentCom, el Comando Central de EE UU en Oriente Próximo.
A tan escasas millas marinas de Irán y en la zona más caliente del mundo, se mezclan con naturalidad norteamericanos y árabes, corbatas y abayas (el traje que sólo deja al descubierto la cara de las mujeres), escotes y nigabs (el velo que sólo deja ver los ojos). Tiene parte del mérito la Fundación Qatar, un organismo estatal creado en 1995 para transformar la actual economía del país, basada en los recursos naturales agotables y los petrodólares, en otra cimentada en el capital humano, la innovación tecnológica y el conocimiento avanzado.
Bajo sus auspicios, seis prestigiosas universidades norteamericanas se han instalado en su proyecto estrella, la Ciudad de la Educación, que crece desaforadamente en el extrarradio de Doha y busca ser una alternativa en Oriente Próximo a las célebres universidades americanas de Beirut y El Cairo. En ella, imparten los mismos programas que en Estados Unidos, con idéntico nivel de exigencia y titulación equivalente. Abrió el fuego, en 1998, la Virginia Commonwealth University. En 2002 se instaló el Weill Cornell Medical College y luego la Texas A&M, la Carnegie Mellon y la Georgetown University.
En septiembre de 2008 está previsto que empiecen los cursos de la Northwestern University sobre periodismo y comunicación, en un país que cuenta con la sede de la televisión árabe Al Jazeera y en el que la libertad de expresión y la democracia se van abriendo paso a un ritmo lento para los usos occidentales, pero vertiginoso para los sectores más conservadores del país. Por poner un ejemplo, en todas las universidades de la Fundación Qatar la educación es mixta; chicos y chicas comparten clase y trabajos académicos, aunque a veces mantienen zonas de ocio separadas. Una revolución en un lugar en el que la estatal Universidad de Qatar, con 7.200 estudiantes, diferencia la educación de hombres y mujeres.
En la Ciudad de la Educación son 2.500 los estudiantes, un 54% extranjeros. La Fundación Qatar celebró el pasado 6 de mayo su primera ceremonia de graduación colectiva: 122 estudiantes de 18 nacionalidades recibieron su título en un solemne acto presidido por el emir Hamad bin Khalifa al Thani, máxima autoridad de Qatar, y por la princesa Mozah Bint Nasser al Missned, presidenta de la fundación y uno de los mayores símbolos de apertura social del mundo islámico.
Llama la atención la seguridad, capacidad de liderazgo y formación de las mujeres recién licenciadas. "No estamos en un entorno político árabe-americano, sino en un entorno educativo árabe-americano; quienes vienen aquí lo hacen con la intención de colaborar en un ambiente de tolerancia". Jinnane Tabra, titulada en Administración de Empresas por Carnegie Mellon, se pone muy seria cuando se le pregunta por la posibilidad de un conflicto cultural que ella rechaza. En las aulas el ambiente es democrático, con representantes elegidos por los alumnos y estructuras participativas. En la Universidad de Georgetown "se discute sobre Dios confrontando las diferentes creencias de la heterogénea mezcla de alumnos", afirma Charles Nailen, director de Asuntos Públicos del centro en Qatar.
Tabra, que se presenta ante la prensa vestida con la abaya negra tradicional, planea crear una empresa de exportación de libros en árabe para las familias islámicas residentes en Occidente. Otros, como Khalid Abdulrahman, licenciado en Medicina por el Weill Cornell, piensan trasladarse a EE UU a completar su formación. En su caso, como cirujano. Seis años allí para volver luego a Qatar a aplicar las destrezas adquiridas. Aún a unos años de graduarse, Meryem al Bishri, en segundo curso de Ingeniería Petrolífera de la Texas A&M, a quien paga los estudios la estatal Qatar Petroleum a condición de incorporarse a su plantilla al acabarlos, agradece que "la mujer del emir impulse mucho el trabajo femenino".
Detrás de este descomunal despliegue hay una visión de futuro: "Acelerar una nueva economía basada en el conocimiento y reducir nuestra dependencia de los recursos naturales perecederos", dice Hamad bin Jabor al Thani, director general de Planificación para el Desarrollo del Gobierno de Qatar, un país que destina el 2,8% de su PIB a investigación, el sexto del mundo tras Israel, Suecia, Finlandia, Corea y Japón, según datos de la OCDE de 2007. En el Parque Tecnológico de la Fundación Qatar, aún en construcción, multinacionales como ExxonMobil, GE, Microsoft, EADS, Rolls-Royce, Cisco y Total, entre otras, han comprometido una inversión de 225 millones de dólares (cerca de 145 millones de euros) en I+D. -
"España está de moda en el mundo árabe"
"El 11-S supuso un freno a la atracción de universidades norteamericanas al golfo Pérsico. Hizo que encallaran las negociaciones con Harvard y Stanford, pero esa fase se ha superado en los últimos tres años. A las universidades de Estados Unidos y otros países occidentales les interesa ser globales y abrir oportunidades de intercambio cultural, por lo que vuelven a interesarse por venir a Qatar", manifiesta el responsable gubernamental de Planificación para el Desarrollo. Lo corrobora Daniel Alonso, argentino, decano del Weill Cornell Medical College. "En 2002 y 2003, tras la guerra de Irak, hubo muchas dificultades para atraer a profesores occidentales; de cinco candidatos a cada puesto antes del 11-S se pasó a apenas uno o dos; hoy son más de 50 por plaza", manifiesta.
El español es una de las lenguas más demandadas entre los estudiantes. Silvia Pessoa, uruguaya, y Erik Helin, sueco, son los responsables del departamento de castellano de Carnegie Mellon. Nada más acabar la ceremonia de graduación se encaminaron hacia el aeropuerto, junto con un grupo de diez estudiantes, para desplazarse a Salamanca, donde les esperaba una inmersión de dos semanas en la cultura y el idioma españoles. Llevan dos años al frente de sus clases, a las que se inscribieron inicialmente 65 estudiantes, reducidos a 32 en el segundo curso. Se apuntan por la potencia internacional de las empresas españolas (OHL ha sido una de las últimas en instalarse, al ganar un contrato para construir un complejo hospitalario), el poder de la música hispana y el hecho, dicen, de que España está de moda en el mundo árabe".
"Es impresionante que puedan viajar tres chicas qataríes en el grupo", se congratula Silvia Pessoa. Una muestra de cómo están cambiando las cosas.
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