Seriedad poética
PABLO MILANÉS y CHUCHO VALDÉS. Palau de la Música. Barcelona, 12 de mayo.
Las cosas ya no son lo que eran. Pablo Milanés regresaba a Barcelona después de varios años de ausencia y, además, lo hacía con un nuevo disco bajo el brazo, pero el pasado lunes el Palau de la Música se quedó en poco más de media entrada.
Lejos quedan los tiempos de los polideportivos y de los espacios masivos, y esta vez no valía la excusa de ser un día festivo porque, a esa hora, las entradas a Barcelona ofrecían una tranquilidad absoluta: nadie parecía regresar a la ciudad después de un lluvioso fin de semana. Sin duda, la causa esencial de la ausencia masiva de público se debe buscar más en la oferta actual de Milanés, que se ha alejado de sus patrones habituales para formar un dúo con el pianista Chucho Valdés, el que fuera fundador de Irakere y una de las referencias sobre las que se ha edificado el actual jazz cubano.
En este caso, una voz y un piano en solitario no parecen ser la sinergia más adecuada para el público de Milanés. Lástima, porque lo visto y oído en el Palau es uno de los trabajos más serios que se han realizado en los últimos tiempos en el campo de la canción. Así lo entendieron los asistentes y la actuación de los dos cubanos acabó en apoteosis.
Excesos pianísticos
Comenzaron repasando algunas de las viejas canciones de Milanés, sin faltar Yolanda. La combinación hubiera sido perfecta de no haber sobrado algunos excesos pianísticos. Valdés es un instrumentista muy dotado y, a menudo, se deja arrastrar por la técnica colocando cascadas de notas donde sólo hace falta una insinuación. Igual sucedió cuando se quedó solo con el piano para interpretar tres temas propios: hubo mucha música, pero también fuegos de artificio innecesarios.
En la segunda parte todo cambió. Se trataba de un puñado de canciones escritas a dos manos por Valdés y Milanés, algunas muy interesantes tanto por el contenido poético como por el musical. El pianista se mostró mucho más contenido en estos temas y Milanés le puso el calor habitual con resultados terriblemente cercanos, especialmente en un tema muy bello dedicado a Pilar, la madre de Chucho Valdés. La velada concluyó con otro tema nuevo destinado a permanecer en los ánimos de los seguidores de Milanés: el danzante Choteo.
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