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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Alivio en Serbia

Pero la victoria electoral de los europeístas de Tadic no garantiza un Gobierno sólido y estable

Contra todo pronóstico, los serbios han dado 10 puntos de ventaja en las elecciones del domingo a los europeístas del presidente Boris Tadic sobre sus directos rivales ultranacionalistas de Tomislav Nikolic, el Partido Radical, al que los sondeos daban ganador de la nueva cita con las urnas. Es un resultado alentador, que tiene mucho que ver con los esfuerzos de ultimísima hora realizados por la Unión Europea para transmitir a los serbios la idea de que su futuro -pese a la irreversible pérdida de Kosovo- estará mucho mejor servido desde los valores de libertad y democracia que desde la caverna que representa el conglomerado de partidos que, con matices, actualizan las funestas ideas de Slobodan Milosevic, las mismas que llevaron a Serbia a perder cuatro guerras en la antigua Yugoslavia y a su mayor miseria moral y material en generaciones. Esos esfuerzos incluyen el acuerdo que abre la puerta a una futura incorporación de Belgrado a la UE, más paciencia a la espera de que Serbia facilite la entrega a los jueces de la ONU de genocidas como Ratko Mladic y Radovan Karadzic o el anuncio de visados gratis para 17 países europeos.

La victoria de los reformistas, sin embargo, dista de ser tan decisiva en términos prácticos como se pinta en Bruselas y Washington. El resultado global del voto muestra a un país dividido casi al 50% entre nacionalistas de diversos pelajes y quienes no participan de ese ideario.

El Partido Democrático de Tadic ha obtenido el 39% de los sufragios, pero otras tres formaciones nacionalistas -que van desde el abierto profascismo de los radicales (cuyo fundador es juzgado en La Haya por crímenes de guerra) hasta la demagogia del primer ministro Vojislav Kostunica o el oportunismo sin escrúpulos de los socialistas- han conseguido escaños suficientes que les permitirían, de entenderse, llegar a la cifra mágica de 126, la mayoría parlamentaria. Y tener las mismas o mejores posibilidades de gobernar que los europeístas y sus aliados marginales.

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En este escenario, los socialistas, comunistas reconvertidos, herederos directos del dictador Milosevic, probablemente tengan, con su sorprendente 8%, la llave del desenlace. El Parlamento se constituye en junio y la desarticulada Serbia dispone hasta mediados de septiembre para formar nuevo Gobierno. De los próximos conciliábulos a muchas bandas no cabe excluir inverosímiles compañeros de cama.

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