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LA TRAMA DE CORRUPCIÓN POLICIAL DE COSLADA

"A mi marido le dieron una paliza"

El miedo aún agarra por las solapas a los comerciantes de Coslada. Más de veinte años de supuesta corrupción policial han viciado la percepción de los vecinos sobre las fuerzas de seguridad. La detención del jefe de la Policía Local Ginés Jiménez no ha sorprendido a nadie, pero tampoco ha calmado a muchos. Ayer las calles se inundaban de comentarios. Por cada grito de júbilo por la detención de la camarilla del sheriff, un susurro de desconfianza.

"Me amenazaban con agresiones por no querer ser su confidente"
"Venían a última hora a beber y a ponerse de 'coca' decomisada"

Varias asociaciones de rumanos de Coslada aseguran que el suyo ha sido uno de los colectivos más castigados por los supuestos mafiosos. Los abusos hacia inmigrantes de ese país eran frecuentes, según explican los presidentes de dos de las asociaciones. "A mi marido le dieron una paliza", dice una mujer.

"Desde insultos hasta agresiones, de todo", destaca esta mujer, vicepresidenta de una de las asociaciones de rumanos. "A mi marido le golpearon e insultaron dos policías locales por aparcar mal en el centro. Le pegaron con las porras en la cara y llegó a casa completamente amoratado. Le decían 'vete a tu país de mierda", explica una rumana que contactó con dicha asociación. "Lo llevamos al hospital y contamos lo que había pasado, y nos hicieron un parte de lesiones", insiste. "Pero después me dijo que le habían puesto una multa y que le habían amenazado con denunciarle por amenazar a un agente de la ley y el parte de lesiones quedó en casa". Les pareció evidente que no podían acudir a la policía.

Otro caso es el del dueño de un bar al que acuden mayoritariamente ciudadanos de origen rumano. Los hombres de Ginés le presionaban para que hiciese de confidente. "Quería que yo le informase de lo que hacían o dejaban de hacer mis clientes, que por ser rumanos se convertían en sospechosos. Como no le informaba, me hacía la vida imposible, mandando coches un día sí y otro también", explica. "Él [Ginés] nunca lo hizo, pero sus hombres me amenazaban con agresiones", comenta. Nunca pensó en denunciarlo.

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"En esta ciudad no se vive tan distinto a como vivíamos con el régimen de Ceausescu", explica el dueño de otro local rumano cercano a la avenida de José Gárate. "Los secretos sabidos por todos, los abusos policiales, la sensación de que no tienes a dónde acudir, de que la policía está en manos de algo perverso... No me extraña que los rumanos callen con esto", añade. "Y los que hablan son uno de mil. La mayoría, aunque sepa algo, no va a decir nada. Estamos acostumbrados", sentencia.

El sabor agrio de la inseguridad respecto a la Policía Local permanece a pesar de las detenciones.

Todos piden hablar sin dar sus nombres. Ayer, en los locales de copas de las calles Nicaragua, Honduras y Colombia, los hosteleros comentaban que la madeja era mucho mayor de lo que ya se conoce. "En cuanto tiren del hilo van a encontrar muchísimos casos", explicaba ayer uno desde la barra de su bar, cerca de la calle Honduras. Según explica, Ginés le obligó a cambiar su personal de seguridad por las personas que eligió el sheriff. "Aquí también venía con sus agentes a última hora a beber y a ponerse de coca decomisada", comenta. No es el único.

"Sabíamos que algo tramaban, pero eran sutiles y sabían cómo hacer que los comerciantes tuviesen miedo de hablar", señalan desde una asociación de vecinos. "Podíamos sospechar. Pero alguien extorsionado no canta tan fácilmente"

La policía nacional custodia la sede de la Policía Local de Coslada el pasado jueves.
La policía nacional custodia la sede de la Policía Local de Coslada el pasado jueves.LUIS SEVILLANO

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