Publicitarios
En materia de oficios lamentables, solía hablarse de las cuatro "p": políticos, policías, putas y periodistas. En realidad, las "p" son cinco, una vez agregados al grupo los publicitarios. Los periodistas siempre han mantenido una relación difícil con la gente de la publicidad. El periodista tiende a considerar que los anuncios roban espacio a la información y, sobre todo, a sus propios textos. (Excluyo de esta afirmación a mi amigo Carlos Boyero y a mí mismo, inmunes a la grafomanía: si de nosotros dependiera, esta columna tendría tres líneas y aparecería en la sección de anuncios por palabras).
Los tipos de la publicidad son mal vistos en las redacciones, pero ahí están, justamente, los anuncios por palabras, para demostrar que dependemos de ellos. Este diario no publica información sobre el boxeo, pero, como los demás, incluye anuncios de prostitución. Cuestión de dinero. Con lo que usted paga por el periódico, amigo lector, no da para nuestros sueldos. Vivimos de los anuncios y de los tipos de la publicidad.
También el futuro de esta industria depende de ellos. El papel sólo sobrevivirá a la competencia de los medios digitales si es capaz de mantener su atractivo como soporte publicitario. En esta fase crucial, los periodistas haremos lo que hemos hecho siempre: resistir como héroes, hasta que alguien de los nuevos medios nos haga una oferta interesante.
Canal Plus estrena esta noche la serie Mad men. Preferiría no tener que hablar de ella, porque Canal + forma parte del grupo que me paga. Me sentiría más cómodo si me pareciera un bodrio. Lamentablemente, es una serie estupenda, con aroma a Sopranos (hereda de ella al productor y guionista Matthew Weiner) y largas dosis de cinismo. Va de publicitarios neoyorquinos en los cincuenta-sesenta: canallas que fuman, beben y tocan el culo a la secretaria. Gente digna de pertenecer al club de la "p".
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