La distinción de Battiato

Cuando se le menciona el nombre de Franco Battiato a cualquier aficionado hispano, lo más probable que es que le venga a la mente Nómadas, el título del álbum que le encumbró en nuestro país a finales de la década de los ochenta, y en el que se incluían temas como Yo quiero verte danzar, Bandera blanca o Vía láctea. Aquel trabajo, que reunía material nuevo y algo más añejo reunido para nuestro mercado y fue grabado en castellano, fue todo un superventas allá por 1987, pero cualquiera que se haya tomado la molestia de hurgar algo más allá de la nostalgia, caerá en la cuenta de que el compositor italiano lleva más de tres décadas forjando una carrera absolutamente incansable, durante la que ha jugueteado a su antojo con la música experimental, las sonoridades orientales, la música clásica, el pop e incluso la dirección de un par de largometrajes. El último de sus capítulos es Il vuoto (El Vacío), un disco sumamente complejo y elaborado, considerado como uno de los mejores que nunca haya facturado, y cuya presentación se verá esta noche salpicada por varios de los clásicos más populares de su trayectoria. Y es que el compositor siciliano, con más de sesenta años ya cumplidos, aún está lejos de agotar su ansia por explorar nuevas vías de expresión.