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Reportaje:

Música de flauta por la paz

Una palestina de 11 años compone obras por su pueblo

La mirada clara que trasluce de sus ojos oscuros hace de Nai Barghouti (Ramala, Palestina, 1996) una niña singular. Pero, cuando empuña la flauta y comienza a tocar, todos entienden que es, realmente, una niña singular. Nai, hija de una familia comprometida por la causa palestina que volvió desde Israel a los territorios ocupados para luchar de manera pacífica por los derechos de su pueblo, estudia en el Conservatorio Nacional Edward Said de Ramala desde que vio a su hermano tocar música y se quedó "encantada". Allí, los cooperantes del Instituto Internacional de Música Ibérica (IIMI) la descubrieron entre un montón de niños que, como ella, intentaban evadirse de su entorno haciendo música. "No es una niña prodigio, sino el fruto del trabajo que allí se realiza", dice David Gálvez, músico profesional y director artístico del IIMI, la única ONG valenciana dedicada a la música.

Nai compone música a partir de hechos reales para "cambiar el mundo"
La flautista palestina toca hoy por primera vez fuera de su región

Nai es también una palabra árabe que define un tipo de flauta muy rústica. Pero Nai Barghouti no eligió la flauta como su instrumento por eso. Lo hizo porque le "gusta" y por razones que no sabe "explicar". Sobre todo, porque "como niña" puede "comunicarse a través de la música", dar testimonio de su situación en sus composiciones. Su primera obra, titulada Jenin, como la ciudad cisjordana que los israelíes invadieron en 2002, la compuso cuando, tras ver las imágenes de la guerra en televisión, "comenzaron a salir las notas" de su instrumento. Esa pieza, junto con otras sobre las ciudades de Falujah y Qana , dedicadas por Nai a "los niños de esas regiones", las interpretará hoy en un concierto multicultural que el IIMI ha programado como clausura del curso Cooperación a través de la música. Precisamente en ese concierto, Nai debutará fuera de las fronteras palestinas, al lado de músicos de diversas latitudes. Hasta ahora, su talento sólo se ha podido apreciar en sus conciertos en centros culturales palestinos.

Sus obras y sus interpretaciones intentan "cambiar el mundo" de una manera pacífica. Para ello, parte de hechos reales que vive en su entorno y los transforma en sonidos que dependen de "lo que pase en cada momento", son testimonios musicales de una guerra cruenta.

Aparte de sus propias composiciones, esta singular flautista de 11 años de edad toca música clásica, aunque reconoce no tener preferencias por ningún autor. "Tiene una intuición extraordinaria y un nivel técnico sorprendente en una niña de su edad", confiesa Gálvez, quien cree que Nai podría ser "una excelente intérprete de jazz".

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