_
_
_
_
Puntada con hilo | MODA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Súper Anna

Eugenia de la Torriente

Los estadounidenses, que aman las etiquetas, ya la conocen como los Oscars del Este. En el último lustro, la gala de inauguración de la muestra anual del departamento textil del museo Metropolitan de Nueva York ha adquirido relevancia planetaria para diseñadores, famosos y adictos a la moda. Aunque ninguna de las exposiciones precedentes (dedicadas a Poiret, Chanel o los vestidos de diosa) había suscitado una expectación parecida a la de este año, que analiza el vestuario de los superhéroes y su influencia en las pasarelas.

Ya lo sabía Giorgio Armani, que en la noche del lunes ejerció como padrino y anfitrión del sarao. "El tema de los superhéroes es a la vez tópico y moderno y creo que atraerá a una audiencia más amplia de lo habitual". A él, le ha servido para darse un baño de ego por Nueva York. En 48 horas, los almacenes Saks le han dedicado sus 31 escaparates y el Fashion Institute of Technology le ha galardonado como el líder de la moda global. Aunque nada comparable al triunfo en la cerrada competición por vestir al mayor número de famosos en una de las alfombras rojas más cotizadas.

El protocolo de la gala dicta que los principales diseñadores gestionen sus mesas y vistan a sus invitados. Una práctica que genera una dialéctica de equipos más propia de un patio de colegio que de un salón de costura. Paradójicamente, lo llamativo de la muestra jugó en contra del atrevimiento de los atuendos. La cosa fue más de glamour clásico que de ciencia ficción, porque nadie se arriesgó al patinazo tonteando con mallas, capas o máscaras. Afortunadamente, siempre nos quedará Anna Wintour, el titán de la moda que inspiró El diablo se viste de Prada. Karl Lagerfeld le hizo un Chanel a medida que estaba entre lo espacial y lo mitológico. Un traje para dejar claro quién ostenta los superpoderes.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_