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LOS DIFERENTES ROSTROS DE LA POBREZA EN EUSKADI | Las necesidades sociales

"Quien gana mucho se frustra, pues aspira a más"

David González (nombre ficticio, pues quiere preservar su identidad), de 24 años, dejó Cuba para labrarse un futuro en España. Trabaja como camarero para poderse pagar el piso y la carrera de Medicina, que está finalizando. Gana 500 euros al mes. Tras pagar el alquiler de una habitación en casa de una familia apenas le quedan 200. "No puedo pegarme grandes cenas, pero no me siento mal". Aún siendo independiente y no llegando al salario mínimo, la universidad le negó la beca, por lo que este año ha debido tirar de sus ahorros y la ayuda de un amigo para poder seguir estudiando. "Llevo un ritmo duro, pero se hace", se resigna.

Espera ejercer como médico y acceder así a unas buenas condiciones de trabajo. Heredó la nacionalidad española de su familia paterna, pero ese privilegio le priva de optar a las ayudas sociales dirigidas a extranjeros. Su austeridad choca con la actitud de muchos vascos de su edad quienes, ganando el doble que él, afirman no poder independizarse. Evita juzgarles, pero le resulta llamativo el rechazo de muchos a vivir de alquiler. Él no se plantea comprar un piso, ni intentar alquilar uno para él solo: "Me va bien así".

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Para no hundirse, la clave es no fijarse expectativas, recalca. "No puedo aspirar a más. Quien gana más, aspira a llegar más lejos aún y se frustra. Yo me adapto", concluye.

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