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ESTA SEMANA
Columna
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Acierto

El tiempo se ha encargado de demostrar el acierto de Manuel Chaves al relegar en el escalafón a Evangelina Naranjo cuando la nombró consejera de Justicia y Administración Pública. Abandonaba el cuarto puesto en favor del consejero de Innovación, Francisco Vallejo. Con toda probabilidad, el presidente andaluz actuaba así plenamente satisfecho del trabajo que había llevado a cabo con anterioridad en Gobernación, por lo que la descargaba de determinadas obligaciones protocolarias y le endosaba una delicada tarea, como es, sobre todo, Justicia, asunto prioritario en este mandato. Pensaría que, de esta forma, tendría más tiempo para resolver los complejos problemas que afectan a esta materia en nuestra comunidad y los que también puedan provenir del no menos difícil ámbito de la Administración pública y sus trabajadores.

Total, poca cosa, si se tiene en cuenta que Naranjo ha tardado apenas unos días, tras su toma de posesión, en entrar de lleno en la pelea que vive su partido, el PSOE de Sevilla. Cuando ni siquiera ha iniciado todavía los contactos de rigor que le corresponden conforme a su nuevo cometido, días atrás, durante una visita oficial a una feria agroganadera de la localidad sevillana de Montellano, se pronunció abiertamente a favor de desbancar a José Antonio Viera como secretario general de los socialistas sevillanos abogando en favor de Demetrio Pérez, delegado provincial de Gobernación como su mejor sucesor y otro que, al parecer, está sobrado. Con razón Chaves había anunciado que, para esta ocasión, quería un gobierno con un acentuado perfil político, alejado de aquel que ofrecían anteriores consejeros, más pegados a la gestión y poco dados a embarrarse en tareas orgánicas del partido. Así que, sin temor a equivocarnos, seguro que el presidente andaluz estará muy contento con el espectáculo contemplado: los integrantes de su equipo de gobierno están tan ociosos que pueden dedicarse a otros asuntos por muy feos que sean estos últimos, como ocurre con las pelas internas en el PSOE.

Hay que entender, por tanto, que lo que ha sucedido con Naranjo podría ser extensible al resto de consejeros quienes, a partir de esta semana, una vez se abra el proceso congresual, tendrán barra libre para inmiscuirse hasta las cejas en la pugna por el poder partidario territorial. O sea, que no es de extrañar que veamos en similar situación, por ejemplo, a Rosa Torres y Luciano Alonso, en Málaga; a Zarrías, Vallejo, Moreno y Navarro en Jaén; a Espadas y Montero, también en Sevilla o a Soler en Almería. Menos mal que éste es el Gobierno para el desarrollo del nuevo Estatuto, para luchar nada menos que contra la desaceleración económica y para conseguir la convergencia real de Andalucía.

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