¡Viva el esquirol!

Por una vez: ¡Viva el esquirol! En el Día Internacional del Trabajador, con todo el personal de fiesta, un tipo de Misuri (Estados Unidos) decidió no tomarse la jornada libre, para felicidad de los que casi llenaron la sala El Sol.
Presentemos a Will Johnson, el insurgente, un músico esmirriado, barbudo, de aspecto físico bastante parecido a un Kris Kristofferson rejuvenecido. Y padece incontinencia creativa. Will llega a su casa de Tejas, coge libreta y guitarra y se pone a la tarea. A los pocos días acumula 49 canciones (confesado por él), que comienza a repartir entre sus, toma ya, cuatro grupos. Dos de ellos (completó la terna Eef Barzelay) protagonizaron La noche americana, velada que reivindicaba un estilo en alza, americana, que actualiza géneros como el country o el folk. En el público, muchas gafas de pasta.
La Noche Americana
South San Gabriel, Centro-Matic y Eef Barzelay. Sala El Sol. 15 euros.
Madrid. Jueves, 1 de mayo. Casi lleno (unas 200 personas).
Primero salió Johnson con la piel de South San Gabriel. Camisa negra, elegante chaqueta gris y postura relajada: él y sus músicos (batería, teclados, pedal steel y bajo) con sus posaderas en cómodas sillitas. "Hola, somos South San Gabriel y venimos de Tejas", saludó Johnson.
El repertorio de este grupo es country-folk relajado. Johnson interpreta sus emocionantes canciones a ojos cerrados, extasiado. Llega a un grado de concentración que ya se puede desmayar la primera fila de espectadores entera, que él seguiría a lo suyo. Se vivieron momentos arrebatados, como cuando se desgarró con Feel too young to die (Demasiado joven para morir).
Cinco minutos de descanso y se presenta otro Will Johnson. Fuera chaqueta. Ahora viste una informal camiseta negra de manga corta y una gorra de cualquier asociación forestal del Tejas. Las sillas han desaparecido. "Hola, somos Centro-Matic y venimos de Tejas", saludó el irónico Will. Los músicos eran los mismos, pero la música no.
Entonces ya nadie cerraba los ojos y todos se agitaban. Esto se llama doble personalidad. Lo que sonaba era rock al estilo Neil Young con Crazy Horse, música agreste, igualmente conmovedora. Después de 50 febriles minutos, Johnson se despidió con una sonrisa, recogió su gorra que había perdido en pleno huracán guitarrero, amarró una cerveza y desapareció. Glups.
Vaya papeleta para el tercer compareciente, un Eef Barzelay que hizo lo que pudo, asumiendo que la noche había sido para el bendito esquirol.

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