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Reportaje:EN PORTADA | Literatura irlandesa

Vida después de Joyce

Flann O'Brien, John Banville, Jamie O'Neill... demuestran que la narrativa anglo-irlandesa nunca ha bajado la guardia

James Joyce y Samuel Beckett son los dos nombres que abruman el espacio literario irlandés del siglo XX (y ambos son, cada uno a su modo, exiliados voluntarios).

Pero ¿hay vida y escritura después de ellos? Lo cierto es que la magnífica narrativa anglo-irlandesa nunca ha bajado la guardia. Empezando por James Stephens, amigo de Joyce, cuyo mágico y mítico El caldero de oro (Siruela) le consagra y del que se acaba de editar el encantador relato La hija de la mujer de la limpieza (Del Viento). Le siguen, en orden de edad, tres sólidos escritores: Elizabeth Bowen, cuya obra se mueve entre la memoria, el mundo interior, el amor y la sexualidad, de la que acaba de aparecer un precioso texto autobiográfico (Siete inviernos. Pre-Textos); Liam O'Flaherty, autor de una novela legendaria, un verdadero thriller ambientado en los años duros de la lucha clandestina irlandesa tras la guerra civil (El delator, Del Asteroide), y Joyce Cary, autor de una trilogía de la que se conoce en España la tercera parte (La boca del caballo, Alianza), perteneciente a un tipo de novela social, eficiente y bien construida, en la línea de un Angus Wilson. Posteriormente saltarán a la palestra Iris Murdoch, de sobra conocida en nuestro país, donde se han publicado la mayoría de sus novelas (algunas magníficas, como El mar, el mar, El unicornio o La campana) y a quien le está dedicando una Biblioteca la editorial Lumen; pero Murdoch es "muy inglesa". No lo es, en cambio, Edna O'Brien, cuya temática se centra en lo femenino con gran agudeza y sensibilidad, que se refleja sobre todo en su muy apreciada trilogía The country girls trilogy. En breve aparecerá su excelente última novela, Luz del atardecer (Espasa).

La mejor novela que ha dado Irlanda en estos años es 'Nadan dos chicos', un libro sobre el amor y la entraña de lo irlandés

Anterior a estas dos últimas, un verdadero genio de la escritura: Flann O'Brien. Su influencia en la literatura irlandesa posterior ha sido extraordinaria y su empleo del lenguaje no desdice del de Joyce. Su obra más famosa, una narración laberíntica, de novelas dentro de novelas, con un gran espíritu cómico, es At swim two birds, que, aunque es casi intraducible, lo ha hecho con no mala fortuna José María Álvarez Flórez (En nadar dos pájaros. Edhasa). Su obra la viene publicando con entusiasmo Nórdica (El tercer policía, La boca pobre, Crónica de Dalkey). O'Brien, que mantuvo durante largos años una columna satírica en el Irish Times, es un escritor dotado de una imaginación desbordada que le permite encadenar situaciones delirantes con una tranquilidad de espíritu fascinante: Dalkey, por ejemplo, se desarrolla en torno a la idea de que James Joyce no murió sino que vive escondido y en cuya persecución se lanza el protagonista.

Dos cuentistas -aunque también han escrito novelas- que destacan poderosamente en el género son Frank O'Connor y Sean O'Faolain. Ambos, nacionalistas comprometidos con el bando republicano en su juventud, retratan el mundo irlandés de manera vigorosa, pero con sentido crítico. O'Connor es un excelente retratista del carácter irlandés, especialmente centrado en el peso de lo cotidiano y lo familiar, de las pequeñas cosas, mientras que O'Faolain es mucho más ácido en el tratamiento de la vida irlandesa de las clases bajas o medias y más cáustico con respecto al catolicismo irlandés. Por su parte, John McGahern -recientemente fallecido- y William Trevor son dos ilustres veteranos que publicaron el grueso de su obra en la segunda mitad del siglo XX. McGahern tuvo problemas con la censura, y la publicación de The Dark le costó su prohibición (como a Joyce o a O'Connor), la pérdida de su trabajo de enseñante y el exilio, del que regresó posteriormente. Trevor es quizá el más galardonado de los autores en activo, de firme escritura y adscrito a un planteamiento realista, en España hemos podido leer una hermosísima novela: La historia de Lucy Gault (Salamandra). Y tras ellos, los que podemos considerar estrictamente actuales: John Banville -de quien ya se habla suficientemente en estas páginas- y Colm Tóibín, autor de una dura y descarnada novela sobre las relaciones familiares y la homosexualidad, El faro de Bridgewater (Edhasa), y, recientemente, de El maestro (Anagrama), una muy atractiva novela sobre la figura de Henry James. Pero la novela más formidable que ha dado Irlanda desde At swim two birds se titula, precisamente, At swim two boys (Nadan dos chicos. Pre-Textos), de Jamie O'Neill. Ambientada en los años 1915-1916, entre los preparativos del levantamiento irlandés contra los ingleses y la Primera Guerra Mundial, narra, con una maestría y unos recursos expresivos que vienen de una lectura perfectamente asimilada de Joyce, Wilde y O'Brien, la relación amorosa de dos adolescentes y el entorno en que viven. No es una novela de amor homosexual sino una novela sobre el amor, la adolescencia, la entraña de lo irlandés y la gente y el mundo que lo componen. Un libro único. -

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